Page 661 - El Misterio de Belicena Villca
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Agartha. Entonces las fuerzas elementales serán definitivamente derrotadas en la
                 Tierra.

                        Nada más que afirmaciones simbólicas de este tipo logré arrancarle a
                 Tarstein, que no me ayudaron demasiado a comprender el significado oculto de
                 su misión, aunque lo intuía bastante. Pero a mi taufpate no volví a verlo desde
                 1940. Naturalmente, durante  el Juicio de Nuremberg de 1945/46, Rudolph fue
                 interrogado por los hipócritas jueces aliados y, desde luego, no dijo una palabra
                 sobre el Gral o el Rey Arturo. En cambio habló bastante sobre el lavado de
                 cerebro y los tratamientos con drogas a que lo sometieron los ingleses:

                        “... Como es lógico, Yo pensaba continuamente en qué explicación podría
                 tener el monstruoso comportamiento de  la gente que me rodeaba. Excluí la
                 posibilidad de que fuesen criminales, ya que, socialmente, causaban muy buena
                 impresión. Y, por otra parte, también su pasado contradecía esa imposición”.
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                        “Se me ocurrió luego la idea de  que aquellas personas habían sido
                 hipnotizadas, aunque Yo ignoraba entonces que existiese la posibilidad de
                 producir un estado de hipnotismo tan intenso y duradero. Manifesté con fran-
                 queza esta sospecha al comandante F., que, evidentemente se la tomó como una
                 broma divertida. Dijo que él y todos los demás que estaban a mi alrededor eran
                 absolutamente normales y que, por desgracia, Yo era víctima de autosugestión”.
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                        “Mi jaqueca continuaba sin cesar. Yo insistía en fingir que había perdido la
                 memoria. Aprendía de mis errores.  Suponía que no debía reconocer a las
                 personas que hubiera visto hacía más de catorce días, aunque se tratara de los
                 médicos que llevaban varios años conmigo. Puede deducirse de ello qué veneno
                 tan terrible me daban, un veneno para el que no existía antídoto, ...”
                        “Pronto no cometí ya más errores. Pasé por pruebas tales como la súbita
                 aparición de personas a las que había conocido antes, y fingía no reconocerlas,
                 aunque me encontraba en estado de sueño hipnótico. Tenía que estar alerta día
                 y noche. Finalmente llegué a estar presto para responder falsamente a las
                 preguntas, incluso en sueños, persistiendo en fingir la pérdida de la memoria”.
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                        “El 19 de Abril de 1945 vino de nuevo a verme el Brigadier General Doctor
                 Rees. De nuevo trató de convencerme de que tanto mis conclusiones como mi
                 sufrimiento eran mera consecuencia  de manías obsesivas. Le interrumpí -
                 afirmando de que nada servían sus palabras porque Yo sabía lo que ocurría.
                 Entretanto había adquirido nuevas convicciones que justificaban mis sospechas.
                 Las abominables atrocidades que, durante la guerra de los boers, perpetraron los
                 ingleses en mujeres y niños en los  campos de concentración podían ser
                 atribuidas también a la substancia química secreta.”
                        “El Brigadier General Rees reflexionó unos instantes con expresión
                 sombría. Luego, se puso de pie de un  salto y salió apresuradamente,
                 murmurando: «Es Ud. muy perspicaz; le deseo buena suerte».”


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