Page 664 - El Misterio de Belicena Villca
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haber perpetrado esos crímenes, además de que existen muchas explicaciones
                 obvias sobre el por qué alguien declararía contra sí mismo o contra su patria, es
                 claro que la real causa hay que buscarla en las drogas secretas que conocen los
                 Druidas, cuya principal guarida la constituye desde hace milenios justamente
                 Inglaterra. El mismo Rudolph Hess lo expuso en 1945, como has visto, al afirmar
                 que no sólo los testigos habrían sido  drogados e hipnotizados para declarar
                 contra sí mismo sino que, en caso de que algún crimen pudiese verdaderamente
                 haberse cometido en los K.Z. alemanes, ello debía achacarse a la introducción de
                 drogas antes de la caída del Tercer Reich, con objeto de perturbar a los guardias
                 para obtener ulteriores réditos propagandísticos.

                        En fin, si a Rudolph Hess no lo volví a ver más después de mi regreso a
                 Elbruz-Rastenburg, en cambio tuve noticias del maldito Ernst Schaeffer: había
                 retornado silenciosamente, tal como lo previera Tarstein, y se encontraba en la
                 Francia ocupada. Lo protegía el Servicio Secreto del Almirante Canaris, la
                 Abwehr, que estaba fuera de la jurisdicción del S.D. exterior. Según los informes
                 que disponía Walter Schellenberg,  parecía muy probable que también lo
                 acompañasen sus cuatro secuaces, aunque uno de ellos  “habría perdido la
                 vista en el Tíbet”, debido a que sus ojos estuvieron expuestos “a una intensa y
                 desconocida fuente de Luz”.
                        Como es natural, Yo propuse de inmediato una operación encubierta para
                 ejecutarlo, tanto a él como a sus cómplices, pero fui disuadido por Tarstein, quien
                 sostenía que el traidor era más valioso  vivo que muerto: “estando vivo podrá
                 comunicar a las fuerzas sinárquicas que  con el Tercer Reich tienen un sólo
                 camino: la guerra”, nos explicaba Tarstein. La Fraternidad  Blanca apoyará una
                 alianza contra Alemania pero sólo si luego de su total destrucción se constituye
                 en poco tiempo la Sinarquía Universal del Pueblo Elegido. Si este objetivo se
                 concreta, Alemania sin dudas será sacrificada, pero ese Gobierno Mundial
                 significará el fin de la Historia: Alemania renacerá una vez más, quizás no como
                 Nación, pero sí su Espíritu, su Führer, su Dios Wothan, será apoyada por los
                 Dioses Leales al Espíritu del Hombre,  y la Batalla Final se librará sobre la
                 Tierra.
                        Ernst Schaeffer volvió convertido en  un Maestro de la Jerarquía Blanca,
                 vale decir, espiritualmente muerto. Su Iniciación en el Tíbet le valió el
                 reconocimiento de numerosas Sociedades Secretas sinárquicas, como por
                 ejemplo la Masonería inglesa, que le concedió el grado 33 y el cargo de
                 Presidente del Gran Oriente del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. La destrucción
                 de la Operación Altwesten fue atribuida en los papeles a accidentes comunes en
                 este tipo de exploración y Schaeffer vivió tranquilo hasta después de la guerra:
                 sus familiares aún residen en la Argentina.
                        Esa libertad que disfrutó al amparo de los grupos de resistencia al Führer,
                 le permitió, tal como habíamos calculado en la Orden Negra, planear y lanzar
                 multitud de atentados contra mi persona.  Nadie sabe a ciencia cierta cuántos
                 atentados se perpetraron contra el Führer, pero los que Yo padecí en esos años
                 no le fueron a la zaga: envenenamientos, bombas, francotiradores, emboscadas,
                 sabotajes en mi equipo y amenazas permanentes: o abandonaba la  , desertaba,
                 me iba de Alemania para siempre, me alejaba definitivamente de los lugares
                 sagrados para los Sacerdotes,  o no habría lugar en la Tierra donde me
                 pudiese ocultar de la inevitable venganza rabínica.

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