Page 70 - El Misterio de Belicena Villca
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ocurre a continuación obedece a que cada uno comete un error de evaluación
                 sobre la capacidad y el modo de reacción del adversario: los Golen erraron al no
                 considerar la locura mística y heroica que los Hierofantes tartesios disponían
                 por ser descendientes de los Señores de Tharsis; y los Hierofantes subestimaron
                 los poderes y la determinación de los Golen, quizá por desconocer hasta
                 entonces la existencia de los Inmortales como Bera y Birsa.
                        El error de los Golen fue suponer que los Hierofantes, desprevenidos tanto
                 como los centinelas de Tartessos, aceptarían con resignación la pérdida del
                 santuario del Bosque Sagrado o que, a lo sumo, ofrecerían resistencia armada,
                 caso en el que actuaría en su defensa una tropa que los escoltaba. La realidad,
                 muy distinta, era que los Hierofantes habían considerado muchos años antes la
                 posibilidad de que el Bosque Sagrado cayese en poder del Enemigo y tenían
                 tomada, ya, una decisión al respecto: jamás permitirían que ello ocurriese; la
                 caída del Bosque Sagrado implicaría, necesariamente, su destrucción. Por eso
                 cuando el fuego, que avanzaba perimetralmente, rodeó y abrasó el centro del
                 Bosque, los veinte Golen y la Guardia  no pudieron hacer nada para evitar la
                 horrible muerte: los esqueletos carbonizados mostraron, después, que todos se
                 habían refugiado bajo el Manzano de Tharsis y que finalmente ardieron y se
                 consumieron como éste y los restantes árboles del Bosque. Todo se incineró en
                 aquel incendio que había sido cuidadosamente planificado durante años y
                 preparado mediante una estudiada distribución de leña seca en distintas partes
                 del área: al ingresar al Bosque Sagrado en tren de conquista los Golen no
                 ganarían una plaza sino que caerían en una trampa mortal. Por supuesto, ellos
                 jamás hubiesen supuesto que los Hierofantes tartesios “sacrificarían” su Bosque
                 Sagrado antes de verlo ocupado por el  Enemigo y esta reacción sería tomada
                 como una lección por los Golen que, en lo sucesivo, continuarían luchando contra
                 los descendientes del Pacto de Sangre.
                        Y la subestimación que los Hierofantes cometieron al evaluar el real poder
                 de los Golen a punto estuvo de causar la pérdida definitiva de la Espada Sabia.
                 Si ello no ocurrió el mérito sólo debe atribuirse al valor increíble de las Vrayas; y a
                 una lealtad al Pacto de Sangre que iba más allá de la muerte. El caso era que a
                 unos veinte kilómetros de Tartessos, sobre la ladera del Cerro Candelaria, se
                 hallaba la entrada secreta a una Caverna que había  sido acondicionada en
                 tiempos remotos por los Atlantes blancos: era una de las obras que se debían
                 conservar de acuerdo al compromiso del Pacto de Sangre. Naturalmente, luego
                 de la derrota cultural de los iberos tal compromiso se olvidó y la Caverna, oculta y
                 solitaria, permaneció abandonada miles  de años. Sin embargo, los efectos
                 purificadores de la prueba de familia que culminaron con la Reforma del Fuego
                 Frío, causó su redescubrimiento, a pesar de que no todos, ni en cualquier
                 momento, podían penetrar en ella: el motivo era que la entrada secreta estaba
                 señalada con las Vrunas de Navután y sólo los de Sangre Pura, los que eran
                 capaces de escuchar la Lengua de los Pájaros, lograban encontrarla; quien no
                 reunía estos requisitos no conseguía descubrirla ni así estuviese delante de ella.
                 Pues bien, esa Caverna había sido elegida por las actuales Vrayas para guardar
                 la Espada Sabia. Un corredor de guerreros tartesios se formó para permitir la
                 salida de Tartessos de las Vrayas y salvar, a último momento, la valiosa herencia
                 de los Atlantes blancos: muchos perecieron para consumar este heroico rescate,
                 muchos que hoy han de estar inmortalizados por su valor, aguardando en
                 K'Taagar el momento en que regresarán a ocupar sus puestos de combate,

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