Page 219 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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El futuro jefe del Servicio del Trabajo recibe su instrucción en las escuelas para jefes:
escuelas para jefes de tropa, para maestros de campo, escuelas regionales y nacionales;
todo esto de acuerdo con el principio de que los futuros jefes deben someterse a una
instrucción homogénea en todos los ramos del Servicio del Trabajo, sin distinción de la
posición que ocupan en la organización. La instrucción se imparte basándose en el
reconocido principio de que sólo mediante la práctica se domina plenamente la materia
objeto de la enseñanza. Por esta razón, en la mayoría de los casos, la instrucción se da
en el campo mismo en donde los participantes ejecutan personalmente los diversos
trabajos que los hombres del servicio harán más tarde, a saber: construcción de
trincheras, instalación de drenajes, construcción de caminos, construcción de vías
férreas de campaña, manejo de volquetes y carretillas, etc. Sin embargo, para mejor
comprensión el trabajo práctico es precedido de instrucción teórica.
El Servicio del Trabajo representa en lo sucesivo un nuevo eslabón en la cadena de la
educación pública de la juventud. Según la ley, el Servicio del Trabajo debe educar al
joven en el espíritu del nacionalsocialismo, orientándolo hacia la comunidad nacional y
haciéndole comprender el verdadero sentido del trabajo. Aquel que después de medio
año se retire del Servicio del Trabajo sabe muy bien que tiene deberes para con su
pueblo y para con su patria y que todo trabajo dignifica, aún el más modesto.
La labor del jefe ciertamente no es fácil, sobre todo si se tiene presente cuan breve es el
tiempo de que se dispone. Por eso la educación está limitada a cuatro materias
principales: Folklore nacional, Geografía de Alemania, Servicio del Trabajo e Ideología
nacionalsocialista. Como se ve, se han hecho esfuerzos por realizar los postulados
establecidos por Adolfo Hitler en su libro “Mi lucha”: 1.º “no sobrecargar la memoria
con conocimientos que en un 95% son inútiles y que por consiguiente se olvidan
fácilmente” y 2.º “reducir la instrucción a una forma concisa que comprenda lo
esencial.”
Fuera de las horas dedicadas a la enseñanza son de importancia capital los efectos
educativos de las veladas celebradas en los campamentos; ahí las fuerzas de orden
intelectual que duermen en la juventud pueden despertar y desplegarse. En las horas de
descanso la comunidad del campamento se transforma en lo concerniente a las
actividades, pues continúa siendo comunidad, pero las horas postrabajo son dedicadas a
la cultura, como exponente de la voluntad de tendencias artísticas. Los juegos, cantos y
trabajos manuales, en común, familiarizan a los jóvenes del Servicio con aquellos
medios que más tarde pueden ser de gran utilidad en su propio hogar y en la
organización de sus horas libres.
Yo mismo tuve ocasión de presenciar en compañía de algunos miembros del Cuerpo
diplomático de Berlín y de colegas de la prensa una de estas veladas en un campo de
trabajo instalado en una comarca oriental del Reich; en coro se entonaron antiguas
canciones del la Guerra de los siete años, se tocaron marchas militares de la época de
Federico el Grande y se recitaron poesías. Finalmente, representaron los hombres del
Servicio, con perfecto conocimiento del arte dramático, una escena alegórica que aludía
al desecamiento de una marisma que precisamente aquel mismo día había sido
inaugurada por el propio Führer en cuyo honor se le dio el nombre de Hitler-Koog.
Especial esmero se dedica, como es de suponer, a la educación física en una forma que
corresponde al carácter particular del Servicio del Trabajo: preparación para el trabajo
en los lugares de construcción y ejercicios gimnásticos para el fortalecimiento físico.
Esta cuestión ofrece considerables dificultades porque los hombres del Servicio son de
la más variada procedencia; se parte aquí del punto de vista de que el éxito de una
educación física se manifiesta en el aspecto y en el porte deportivo de un destacamento
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