Page 282 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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Con la colaboración del prof. Karl Barth y bajo la dirección de un grupo de párrocos se
fundó, en todo secreto, una organización, cuyo fin era derribar al obispo
nacionalsocialista Müller y poner en su lugar un régimen eclesiástico que llevara a cabo
la separación ideológica del cristianismo evangélico del movimiento hitleriano. De la
actitud decidida de esta organización que al principio se denominaba “Unión de
emergencia de párrocos” y que luego se transformó en la “Comunidad del Credo”, y por
último en la “iglesia del Credo”, se explica la lucha que desgarra a la iglesia evangélica.
Este grupo no solo se compone de cristianos que antes habían adoptado una orientación
conservadora sino que, lo mismo que los cristianos alemanes, reúne diferentes
tendencias. Todos ellos están de acuerdo en su oposición a ciertos fenómenos de la vida
religiosa actual. Sobre todo, es muy fuerte su oposición hacia los “neopaganos”, y son
los que perseveran en mantener hoy la oposición constantemente alimentada. Su
afirmación de que son los verdaderos representantes del nacionalsocialismo lleva la
confusión a un grado extremo, y de aquí que los “cristianos profesos” se sientan
inducidos a creer que el nacionalsocialismo se identifica con el neopaganismo. La
presunción de que la creencia cristiana se halla amenazada en la Nueva Alemania, ha
llevado en los últimos años a muchos partidarios al frente de oposición, que se dirige no
sólo contra los neopaganos, que están fuera de la iglesia, sino contra los cristianos
alemanes dentro de esta, a los cuales, sin titubeos, se los designa como “medio
paganos”, o hasta los confunden con los neopaganos, a pesar de que los cristianos
alemanes sean enemigos declarados de esta nueva creencia.
Además, la oposición se dirige contra el intento de adaptar la constitución eclesiástica a
la nueva estructura social del pueblo alemán, o sea, contra el intento de formarla de
acuerdo a las nuevas normas políticas. Frente a esta tendencia sus enemigos proclaman
que “la iglesia debe seguir siendo iglesia.”
El espíritu de los grupos de oposición tomó un matiz peculiar por la “Teología
dialéctica” que, precedente de Suiza, estaba representada por Karl Barth y se ha
propagado mucho entre los pastores alemanes. Esta teología se basa sobre una filosofía
pesimista y agnóstica. Acentúa la inescrutabilidad de Dios, la distancia que existe entre
Dios y el Hombre, la imperfección de nuestros medios de redención, la separación entre
la Iglesia y el mundo, y la oposición entre la Iglesia y el Estado. Según este modo de
ver, toda acción decidida dentro de la iglesia es rechazada como arbitrariedad humana, y
toda manifestación de energía humana es condenada como insolente provocación a
Dios. De aquí se deduce también su actitud crítica frente al nacionalsocialismo y el
nuevo Estado.
En un pequeño grupo dentro del “frente de profesos”, por lo visto guiado por notables
personalidades, ha surgido un radicalismo extraordinariamente fuerte. No se contenta
este grupo con ser un partido dentro de la iglesia, sino que pretende ser la Iglesia misma
y se denomina “iglesia confesionista”. Nombra sínodos y forma una “dirección
provisional” de la Iglesia Evangélica Alemana. Sus adeptos están convencidos de que su
opinión, dominada por el espíritu de la teología dialéctica, coincide con la palabra
Divina y que se hallan bajo la inmediata inspiración del Espíritu Santo. Según esto, han
llegado a establecer nuevas fórmulas de fe. Este grupo radical niega el derecho de
existencia a cualquier otra tendencia dentro del seno de la Iglesia evangélica. Todo lo
que el Estado hace para restablecer el orden eclesiástico se considera con desconfianza
y se combate. En resumen, este grupo radical del frente de oposición pide el poder
absoluto dentro de la Iglesia y hace problemática la pacificación de la vida eclesiástica.
Los radicales han aumentado notablemente su poder por las relaciones en que han
entrado con las iglesias extranjeras. Entre los evangélicos protestantes extranjeros se ha
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