Page 278 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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obstante, garantiza la intangibilidad de las Iglesias cristianas y con ello, desde luego, la
                  de la Iglesia católica. Con  esto desaparece todo motivo para que la Iglesia mantenga
                  cualquier  clase  de  influencia política  más allá de  la esfera religiosa,  o  trate de hacer
                  valer derechos en doble sentido. No se puede tolerar tendencia alguna de la que antes se
                  hacía portavoz el Partido del Centro. También se hace mención en la orden ya indicada
                  de que las insignias, frases o símbolos del movimiento nacionalsocialista no deben ser
                  usados por el clero en ninguna de sus organizaciones. Además, dice la referida orden, se
                  ha dado el caso repetidas veces de haberse desprestigiado desde el púlpito instituciones
                  o disposiciones del Estado, habiéndose  llegado a tal extremo, que la única impresión
                  que recibían los creyentes católicos al asistir a los oficios divinos era de que la Iglesia
                  católica recusaba las disposiciones del Estado nacionalsocialista.
                  La orden mencionada dispone además que a todos los sacerdotes al servicio del Estado,
                  y sobre todo a los que tuvieran la misión de enseñar la religión, se les exigiera que, no
                  solamente  se  abstuvieran  de  adoptar  una  tesitura  adversa  frente  al  Estado
                  nacionalsocialista durante el cumplimiento de su deber, sino que, además, se pusieran
                  incondicionalmente con toda su personalidad, al servicio del mismo. Sólo en este caso,
                  podrá  el  nacionalsocialismo  confiar  a  los  sacerdotes  la  educación  religiosa  de  la
                  juventud.  Según  constata  la  citada  orden,  las  juventudes  católicas  no  eran
                  organizaciones puramente religiosas. De aquí que el uso del uniforme y el ejercicio de
                  actividades  deportivas  quede  reservado  exclusivamente  a  la  Juventud  del  Estado  y
                  demás  organizaciones  del  Partido  Nacionalsocialista.  En  caso  de  no  modificarse  la
                  actitud  de  las  organizaciones  religiosas,  habrá  que  considerarlas  como  políticas  y  a
                  consecuencia de ello serán abolidas.
                  Como hasta el momento de publicarse la orden no se había hecho mucho caso de estas
                  advertencias,  sino  por  el  contrario  se había abusado  de  la  indulgencia  hasta entonces
                  observada, se espera de las autoridades judiciales que hagan valer todo el rigor de la ley
                  en vigencia para estos casos, y que tengan plena conciencia de la responsabilidad de su
                  proceder. El poder del Estado nacionalsocialista permite aplicar las medidas señaladas
                  con toda serenidad. El Estado no desea llegar a un conflicto semejante al que se produjo
                  a fines del siglo pasado entre el gobierno y el Vaticano, y ha demostrado mediante la
                  celebración del concordato que quiere vivir en relaciones normales y pacíficas con  la
                  Iglesia.
                  El  ministro  de  Propaganda  del    Reich,  Dr.  Goebbels,  se  expresó  de  idéntica  manera
                  algunos días más tarde en la Asamblea Regional del Partido, en Essen. Refiriéndose a la
                  cuestión  religiosa  repitió  el  ministro  que  el  movimiento  nacionalsocialista  apoya  al
                  cristianismo positivo, pero del mismo modo corresponde a la Iglesia a su vez apoyar al
                  nacionalsocialismo, y no es suficiente que lo haga solamente con palabras, sino que es
                  necesario que lo demuestre con hechos. Las iglesias en Alemania se han salvado de su
                  destrucción  por  el  hecho  de  haber  sido  derribado  el  bolchevismo  por  el
                  nacionalsocialismo.
                  La  educación  religiosa  de  los  jóvenes  puede  estar  a  cargo  de  la  Iglesia,  pero  su
                  educación política es asunto que es de incumbencia exclusiva del nacionalsocialismo.
                  La prensa clerical es superflua, pues no se desea ningún conflicto entre la Iglesia y el
                  Estado. Según el Dr. Goebbels, se obtiene la impresión de que existen todavía círculos
                  del antiguo partido del Centro que quisieran provocar este conflicto. Es notorio donde
                  se encuentran estos instigadores políticos, y bien pronto se llegará a saber lo que habrá
                  que hacer con ellos. Para la Iglesia no hay más que una solución que le garantice la paz:
                  el retorno  al  púlpito. Las Iglesias deben  servir  a Dios,  y  el  Nacionalsocialismo debe
                  servir al pueblo. En el Estado no hay más que un portavoz de la voluntad política: el
                  movimiento nacionalsocialista.



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