Page 154 - Orgullo y prejuicio
P. 154
CAPÍTULO XXVIII
Al día siguiente todo era nuevo e interesante para Elizabeth. Estaba
dispuesta a pasarlo bien y muy animada, pues había encontrado a su
hermana con muy buen aspecto y todos los temores que su salud le
inspiraba se hablan desvanecido. Además, la perspectiva de un viaje por el
Norte era para ella una constante fuente de dicha.
Cuando dejaron el camino real para entrar en el sendero de Hunsford,
los ojos de todos buscaban la casa del párroco y a cada revuelta creían que
iban a divisarla. A un lado del sendero corría la empalizada de la finca de
Rosings. Elizabeth sonrió al acordarse de todo lo que había oído decir de
sus habitantes.
Por fin vislumbraron la casa parroquial. El jardín que se extendía hasta
el camino, la casa que se alzaba en medio, la verde empalizada y el seto de
laurel indicaban que ya habían llegado. Collins y Charlotte aparecieron en
la puerta, y el carruaje se detuvo ante una pequeña entrada que conducía a
la casa a través de un caminito de gravilla, entre saludos y sonrisas
generales. En un momento se bajaron todos del landó, alegrándose
mutuamente al verse. La señora Collins dio la bienvenida a su amiga con el
más sincero agrado, y Elizabeth, al ser recibida con tanto cariño, estaba
cada vez más contenta de haber venido. Observó al instante que las maneras
de su primo no habían cambiado con el matrimonio; su rigida cortesía era
exactamente la misma de antes, y la tuvo varios minutos en la puerta para
hacerle preguntas sobre toda la familia. Sin más dilación que las