Page 220 - Orgullo y prejuicio
P. 220

Entonces Elizabeth le habló de la carta, repitiéndole todo su contenido

                en  lo  que  sólo  a  George  Wickham  se  refería.  Fue  un  duro  golpe  para  la
                pobre Jane. Habría dado la vuelta al mundo sin sospechar que en todo el
                género  humano  pudiese  caber  tanta  perversidad  como  la  que  encerraba

                aquel único individuo. Ni siquiera la justificación de Darcy, por muy grata
                que  le  resultara,  bastaba  para  consolarla  de  semejante  revelación.  Intentó

                con  todas  sus  fuerzas  sostener  que  podía  haber  algún  error,  tratando  de
                defender al uno sin inculpar al otro.

                     ––No te servirá de nada ––le dijo Elizabeth––; nunca podrás decir que
                los dos son buenos. Elige como quieras; pero o te quedas con uno o con

                otro. Entre los dos no reúnen más que una cantidad de méritos justita para
                un solo hombre decente. Ya nos hemos engañado bastante últimamente. Por
                mi parte, me inclino a creer todo lo que dice Darcy; tú verás lo que decides.

                     Pasó mucho rato antes de que Jane pudiese sonreír. ––No sé qué me ha
                sorprendido más ––dijo al fin––. ¡Que Wickham sea tan malvado! Casi no

                puede creerse. ¡Y el pobre Darcy! Querida Elizabeth, piensa sólo en lo que
                habrá sufrido. ¡Qué decepción! ¡Y encima confesarle la mala opinión que

                tenías  de  él!  ¡Y  tener  que  contar  tales  cosas  de  su  hermana!  Es
                verdaderamente espantoso. ¿No te parece?

                     ––¡Oh, no! Se me ha quitado toda la pena y toda la compasión al ver
                que tú las sientes por las dos. Sé que, con que tú le hagas justicia, basta. Sé
                que puedo estar cada vez más despreocupada e indiferente. Tu profusión de

                lamentos me salva. Y si sigues compadeciéndote de él mucho tiempo, mi
                corazón se hará tan insensible como una roca.

                     ––¡Pobre Wickham! ¡Parece tan bueno, tan franco!
                     ––Sí, es cierto; debió de haber una mala dirección en la educación de

                estos dos jóvenes; uno acaparó toda la bondad y el otro todas las buenas
                apariencias.

                     ––Yo nunca consideré que las apariencias de Darcy eran tan malas como
                tú decías.
                     ––Pues  ya  ves,  yo  me  tenía  por  muy  lista  cuando  le  encontraba  tan

                antipático,  sin  ningún  motivo.  Sentir  ese  tipo  de  antipatías  es  como  un
                estímulo para la inteligencia, es como un rasgo de ingenio. Se puede estar
   215   216   217   218   219   220   221   222   223   224   225