Page 222 - Orgullo y prejuicio
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cuando quisiese hablar de ello. Pero todavía ocultaba algo que la prudencia

                le impedía revelar. No se atrevía a descubrir a su hermana la otra mitad de
                la carta de Darcy, ni decirle con cuánta sinceridad había sido amada por su
                amigo. Era un secreto suyo que con nadie podía compartir, y sabía que sólo

                un acuerdo entre Jane y Bingley justificaría su confesión. «Y aun entonces
                ––se  decía––  sólo  podría  contarle  lo  que  el  mismo  Bingley  creyese

                conveniente participarle. No tendré libertad para revelar este secreto hasta
                que haya perdido todo su valor.»

                     Como estaba todo el día en casa, tenía ocasión de estudiar el verdadero
                estado de ánimo de su hermana. Jane no era feliz; todavía quería a Bingley

                tiernamente.  Nunca  hasta  entonces  había  estado  enamorada,  y  su  cariño
                tenía todo el fuego de un primer amor, pero su edad y su carácter le daban
                una firmeza que no suelen tener los amores primeros. No podía pensar más

                que en Bingley y se requería todo su buen sentido y su atención a su familia
                para moderar aquellos recuerdos que podían acabar con su salud y con la

                tranquilidad de los que la rodeaban.
                     ––Bueno,  Elizabeth  ––dijo  un  día  la  señora  Bennet––,  dime  cuál  es

                ahora  tu  opinión  sobre  el  triste  asunto  de  Jane.  Yo  estoy  decidida  a  no
                volver a hablar de ello. Así se lo dije el otro día a mi hermana Philips. Pero

                no puedo creer que Jane no haya visto a Bingley en Londres. Realmente, es
                un desalmado y no creo que haya la menor probabilidad de que lo consiga.
                No se habla de que vaya a volver a Netherfield este verano, y eso que he

                preguntado a todos los que pueden estar enterados.
                     ––No creo que vuelva más a Netherfield.

                     ––Muy bien. Vale más así. Ni falta que hace. Aunque yo siempre diré
                que se ha portado pésimamente con mi hija, y yo que ella no se lo habría

                aguantado. Mi único consuelo es que Jane morirá del corazón y entonces
                Bingley se arrepentirá de lo que ha hecho.

                     Pero Elizabeth, que no podía consolarse con esas esperanzas se quedó
                callada.
                     ––Dime ––continuó la madre––, ¿viven muy bien los Collins, verdad?

                Bien, bien, espero que les dure mucho tiempo. ¿Y qué tal comen? Estoy
                segura de que Charlotte es una excelente administradora. Si es la mitad de
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