Page 64 - Orgullo y prejuicio
P. 64

CAPÍTULO XIII





                     ––Espero,  querida  ––dijo  el  señor  Bennet  a  su  esposa;  mientras
                desayunaban  a  la  mañana  siguiente––,  que  hayas  preparado  una  buena

                comida, porque tengo motivos para pensar que hoy se sumará uno más a
                nuestra mesa.

                     ––¿A quién te refieres, querido? No tengo noticia de que venga nadie, a
                no ser que a Charlotte Lucas se le ocurra visitarnos, y me parece que mis

                comidas  son  lo  bastante  buenas  para  ella.  No  creo  que  en  su  casa  sean
                mejores.

                     ––La persona de la que hablo es un caballero, y forastero.
                     Los ojos de la señora Bennet relucían como chispas.
                     ––¿Un caballero y forastero? Es el señor Bingley, no hay duda. ¿Por qué

                nunca  dices  ni  palabra  de  estas  cosas,  Jane?  ¡Qué  cuca  eres!  Bien,  me
                alegraré  mucho  de  verlo.  Pero,  ¡Dios  mío,  qué  mala  suerte!  Hoy  no  se

                puede conseguir ni un poco de pescado. Lydia, cariño, toca la campanilla;
                tengo que hablar con Hill al instante.

                     ––No es el señor Bingley ––dijo su esposo––; se trata de una persona
                que no he visto en mi vida. Estas palabras despertaron el asombro general;

                y él tuvo el placer de ser interrogado ansiosamente por su mujer y sus cinco
                hijas a la vez.
                     Después de divertirse un rato, excitando su curiosidad, les explicó:

                     ––Hace un mes recibí esta carta, y la contesté hace unos quince días,
                porque pensé que se trataba de un tema muy delicado y necesitaba tiempo
   59   60   61   62   63   64   65   66   67   68   69