Page 129 - Cómo no escribir una novela
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Largos pasajes que explican que el protagonista, pese a la poca
consideración que se le tiene en su empresa de seguros, es,
secretamente, un genio de la literatura.
Una trama que nos cuenta que una obra de ese genio de la literatura
finalmente se publica y alcanza un clamoroso éxito internacional.
Todo esto no significa que no puedas escribir una novela en la que, pongamos, una
dama de compañía victoriana, después de ser despreciada por los miembros de su
familia y el personal de las cocinas, seduzca al guapo duque de Hazzard con la
deslumbrante belleza que irradian sus versos. Y a todos nos atrae el mundo de la
fantasía, así que no hay nada malo en escribir una novela que relate las proezas
sexuales, los nervios de acero y el encanto arrollador de un agente secreto a lo James
Bond.
Pero una novela que se ciña demasiado a los rasgos y vivencias más específicos del
autor a menudo carece de esa alquimia que transforma unas fantasías personales en una
buena novela de entretenimiento que satisfaga a los demás.
Quítate tú, que me pongo yo
Cuando el autor cambia de repente de
enfoque
Inuita suspiró cuando vio que la andrajosa partida de caza de sus
compañeros esquimales volvía exhausta tras otra expedición fallida. El
invierno estaba próximo y ella no sabía qué comerían si esa mala suerte
continuaba. Seguro que era obra de esos sacerdotes blancos. Habían
destruido la fe de la gente en los dioses animistas cuyo culto habían
mantenido durante milenios en ese clima implacable. Esos hombres de Dios
extranjeros habían traído con ellos armas, licores y habanos de La Habana.
Sí. Sin esa carne de morsa que los proveía de una dieta rica en proteínas,
ninguno de ellos viviría para disfrutar de esos placeres de la civilización.
Aquavit se arrastró hasta ella, arrastrando su arpón.
A Inuita le dolió en el corazón ver su rostro famélico y agotado. Hasta