Page 89 - Cómo no escribir una novela
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del mundo de la moda. Había pasado seis años metiendo sus periodísticas
narices como corresponsal en el extranjero, y siempre había sido un viejo
perro de mar. Por lo general él nunca confiaría en nadie que estuviera en su
mismo puf, y siempre se aseguraba de que, antes de salir de la piscina,
hubiera agua. Pero había conocido a su media mandarina, Vera Cruz, la
diseñadora de moda.
Era tan bonita como las mesetas. Su cuerpo era una invitación que no se
podía rechazar sin más ni menos. Era la chispa de sus ojos y la niña de su
vida. Herbert, o Herb, trató de tomarse su tiempo, pero aquella plaza
apenas ofrecía resistencia y su masculina contención no sucumbió a sus
arrullos de gatita.
Cuando abrió la puerta la noche de su segunda cita, ella estaba de lo más
cular y él se quedó estupefaciente.
—¿En tu cama o en la mía? —preguntó ella.
—Touché —respondió él, dando el francés por descontado.
Cuando alguien utiliza las frases hechas de un idioma erróneamente, da la impresión de
que es de otro país, o de un planeta distinto. Equivocarte al utilizar esta o aquella
palabra te puede hacer parecer un inculto; equivocarte con las frases hechas puede
crear la impresión de que no hablas ningún idioma conocido.
Aunque puedes simplemente consultar esas expresiones en un diccionario, tienes la
suerte de vivir en una época en la que puedes buscar en Internet cualquier cosa. Si no
estás seguro de cierta frase, busca en Google cómo se usa. Si la frase que buscas
apenas ofrece resultados, sólo unos cientos, seguramente te has equivocado al
escribirla.
Y si piensas: «Yo no puedo comprobarlo todo», quizás es que tienes demasiadas
frases de ésas. Esto puede provocar lo siguiente:
Y Tarzán se fue a la chita callando
Cuando el autor se apoya demasiado en
expresiones hechas
Ella le dio un apasionado y ansioso beso antes de caer rendida en sus fuertes
brazos, dejándose llevar por sus sentimientos. Su cabeza era como un
torbellino de sensaciones y emociones. Aquel hombre rubio como la cerveza