Page 90 - Cómo no escribir una novela
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la estrechó en sus brazos con la fuerza de un huracán.
                   —Vida mía… contigo pan y cebolla —le juró.
                   Ella notó que ya no sentía las piernas. Aquel español de sangre caliente

               había derribado todas sus defensas. Era el hombre de sus sueños.
                   El  sonido  de  un  disparo  rompió  el  silencio  de  la  noche.  Ayer  mismo
               hubiera  tenido  la  sensación  de  que  allí  corría  más  peligro  que  en  una

               merienda de negros. Pero había llegado a entender que la vida no valía nada
               en la Ciudad Condal. En el fondo de su corazón Melinda supo que en aquel

               país nunca se sentiría como en casa. Pero decidió quedarse al lado de aquel
               fogoso macho latino que le había robado el corazón en un plis plas.



          Los clichés se han convertido en clichés por una buena razón. En cierto momento de la
          historia un cliché, o una frase hecha, era nuevo o sorprendente y expresaba algo tan bien

          que  pasó  al  lenguaje  corriente  como  una  unidad  de  significado  y  en  muchos  casos
          funcionando como una sola palabra. A menudo uno de esos comodines es perfectamente
          aceptable.
               Sin embargo hay un punto crítico en el que el uso constante de esas frases comunes

          socava la vida que pueda haber en un texto. Como son tan conocidas, esas frases han
          perdido  el  significado  de  cada  palabra  individual  que  las  componen.  Cuando  nos

          encontramos  con  un  «era  de  un  blanco  inmaculado»  en  el  mejor  de  los  casos  esa
          expresión sólo significa que era de color blanco, y en el peor, nada.
               Los clichés y las expresiones comunes también presentan el peligro potencial de

          desorientar  al  lector.  Pueden  crear  una  momentánea,  o  permanente,  confusión  en  su
          mente y no sabrá si debe tomarse la frase literal o metafóricamente. Si tu personaje
          femenino  tiene  un  aire  «a  la  Dama  de  las  Camelias»,  es  mejor  aclarar  que  no  tiene

          tuberculosis.
               Otros casos similares podrían ser:



                   El psiquiatra trabajaba a lo loco.

                   El enfermo se confesó a tumba abierta.



               Finalmente, lo que tienen en común todos los clichés y las expresiones hechas es
          que  generalmente  sólo  transmiten  ideas  comunes,  que  resultan  inapropiadas  para
          escribir con exactitud o expresar matices. Las frases hechas deben evitarse sobre todo

          cuando se intentan describir emociones clave o acciones importantes (cualquier cosa
          que  el  lector  pueda  querer  paladear  con  detalle).  Los  clichés  pintan  la  realidad  con
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