Page 105 - Fantasmas
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Joe HitL



      via de su  padre, una  mujer de gruesas  piernas  y venas  varico-
      sas  que pasaba los días tumbada  en  el sofá.
            Estaba  hambriento,  así que pronto  tendría  que levantar-
      se.  Fue entonces  cuando  reparó  en  que seguía siendo  un  insec-
      to, una  constatación  que lo sorprendió  y lo excitó.  Su vieja piel
      se  había  deslizado  de sus  brazos  y colgaba como  una  masa  de
      goma de sus...  —¿qué eran  aquellas cosas?,  ¿hombros?—;  bien,
      en  cualquier  caso  a sus  pies yacía algo parecido  a una  sábana
      arrugada  hecha  de un  material  sintético  y elástico.  Quiso le-
      vantarse,  ponerse  de pie y echar  un  vistazo  a su  vieja piel. Se
      preguntó  si encontraría  su  cara  en  ella, una  máscara  apergami-
      nada  con  aberturas  para  los ojos.
            Intentó  apoyarse  en  la pared para poder girarse, pero  sus
      movimientos  eran  descoordinados  y las piernas  se  agitaban
      y movían  en  todas  las direcciones  excepto  en  la que  quería.
      Mientras  luchaba  con  sus  articulaciones  sintió  una  creciente
      presión  gaseosa  en  la mitad  inferior  del abdomen.  Trató  de
      sentarse  y en  ese  preciso  instante  la presión desapareció  y de
      su  extremidad  posterior  salió un  fuerte  silbido,  como  el de un
      neumático  al desinflarse.  Notó  un  extraño  calor  en  las patas
      traseras  y cuando  miró hacia abajo alcanzó  a distinguir una  al-
      teración  en  el aire, como  la que parece  despedir el asfalto  des-
      de lejos en  un  día de calor.
            Qué curioso:  un  pedo de insecto  gigante;  o  tal vez  una
      evacuación  de insecto  gigante.  No estaba seguro,  pero  creía ha-
      ber notado  humedad  ahí abajo. Se estremeció  de risa y por pri-
      mera  vez  reparó en unas  láminas  delgadas y duras atrapadas  en-
      tre  la curva  de su  espalda y las gruesas  protuberancias  de su
      antigua carne.  Trató  de imaginar  qué serían.  Formaban  parte
      de él y daba la impresión de que podría moverlas  como  si fue-

      ran  brazos...  sólo que no  lo eran.
           Se preguntó si lo descubrirían  y se imaginó a Ella llamando
      a la puerta  y asomando  la cabeza...  y en  cómo  gritaría,  con  la



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