Page 108 - Fantasmas
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FANTASMAS
sin estar muy seguro de cómo bajar al suelo, y después se dio
la vuelta. La vieja piel se le enrolló en las patas tirando de él
hacia atrás. Entonces escuchó los tacones de las botas de su
padre al otro lado de la puerta e intentó en vano impulsarse
hacia delante, aterrado por la idea de que lo encontrara así, in-
defenso, patas arriba. Su padre podría no reconocerle e ir a
buscar el rifle —que estaba colgado en la pared del cuarto de
estar— y convertir su vientre segmentado en un borbotón
de viscosas entrañas verdes blancuzcas.
Cuando consiguió caer de la cama su vieja piel se hizo ji-
rones con un ruido similar a una sábana rasgándose. Se cayó y
acto seguido rebotó hasta aterrizar elegantemente sobre sus seis
patas con una agilidad que nunca tuvo cuando era humano, con
la espalda vuelta hacia la puerta. No tenía tiempo para pensar,
y quizá por eso sus patas hicieron lo que debían. Se giró, con
las patas traseras hacia la derecha, mientras que las delanteras se
desplazaban en sentido contrario hasta arrastrar su estrecho
cuerpo de metro y medio de longitud. Notaba las delgadísimas
láminas o escudos a su espalda aletear de forma extraña y dedi-
có un instante a preguntarse una vez más qué serían. Al mo-
mento siguiente su padre rebuznaba detrás de la puerta:
—¿Se puede saber qué demonios haces ahí dentro, peda-
zo de cretino? Vete ahora mismo al colegio.
La puerta se abrió de golpe y Francis reculó, levantando
las dos patas delanteras. Sus mandíbulas castañetearon pro-
duciendo un sonido similar al de un veloz mecanógrafo apo-
rreando su máquina de escribir. Buddy estaba en el umbral con
una mano apoyada en el pomo de la puerta. Sus ojos se posa-
ron en la encorvada figura de su transformado hijo y su rostro
delgado y bigotudo se volvió lívido, hasta que pareció un re-
trato en cera de sí mismo.
Entonces chilló, con un grito agudo y penetrante que in-
mediatamente estimuló las antenas de Francis. Éste también
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