Page 112 - Fantasmas
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FANTASMAS
pesada para que ni siquiera un fuerte viento la agitara. Francis
sólo la había visto ondear en una ocasión: durante el vendaval
que azotó Calliphora después de que probaran La Bomba.
Su padre había sacado gran provecho de la guerra. Cada
vez que tenía que dejar la oficina por algún motivo, por ejem-
plo, para echar un vistazo al motor recalentado del jeep de algún
cliente, solía ponerse parte del uniforme de faena del ejército so-
bre la camiseta. Las medallas se balanceaban y brillaban sobre el
pecho izquierdo. Ninguna era suya —las había comprado una
tarde en una casa de empeño—, pero al menos el uniforme sí lo
había obtenido por medios honestos, durante la segunda guerra
mundial. Su padre había disfrutado en la guerra.
—NO hay mejor cogida que la que vives en un país que
acabas de arrasar —dijo una noche brindando con una lata de
cerveza Buckhorn, mientras los ojos legañosos le brillaban evo-
cando recuerdos agradables.
Francis se escondió en la basura, apretujándose en un hue-
co entre bolsas rebosantes de desperdicios, y esperó temeroso
la llegada de los coches de policía, el temible y atronador rui-
do de los helicópteros, con las antenas tensas y alerta. Pero
no escuchó sirenas de policía ni helicópteros; tan sólo alguna
que otra camioneta solitaria traqueteando por el camino de tie-
rra entre los montones de basura. Cuando eso ocurría se ocul-
taba aún más entre la porquería, hundiéndose de manera que
sólo sus antenas asomaban. Pero eso fue todo. El tráfico era es-
caso en este extremo del vertedero, a más de un kilómetro del
centro de procesamiento de desperdicios, donde se desarrolla-
ba la verdadera actividad.
Transcurrido algún tiempo, se encaramó sobre uno de los
grandes montones de basura para asegurarse de que no estaba
siendo rodeado en silencio. No era así, y no permaneció al ai-
re libre mucho tiempo, pues la luz directa del sol lo molesta-
ba y pronto comenzó a sentirse invadido por una profunda la-
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