Page 115 - Fantasmas
P. 115
Joe HiLt
un bonito día como éste, sin viento: perseguir a espaldas mo-
jadas, por ejemplo, o apostarse en un recodo de la carretera y
esperar a que pasaran adolescentes de camino a Phoenix y mul-
tarlos por exceso de velocidad.
Sin embargo, empezaba a resultarle difícil preocuparse
de si lo estaban buscando, ya que soñaba otra vez con los cho-
colates. No recordaba la última vez que había tenido tanta
hambre.
Aunque el cielo seguía claro y brillante como una super-
ficie esmaltada de azul, las sombras vespertinas habían alcan-
zado el vertedero conforme el sol desaparecía detrás del saliente
de la montaña, al oeste. Francis salió debajo del remolque y
avanzó por entre la basura, deteniéndose ante una bolsa abier-
ta cuyo interior se había derramado. Escarbó con las antenas
entre los desperdicios, y entre papeles arrugados, vasos de pa-
pel rotos y pañales usados descubrió una paleta roja y sucia. Se
inclinó hacia delante y con torpeza consiguió llevársela a la bo-
ca con palillo y todo, sujetándola entre las mandíbulas mien-
tras babeaba sobre el polvo.
Una intensa explosión de un dulzor empalagoso le llenó
la boca y sintió que el corazón se le aceleraba, pero un instan-
te después notó un horrible cosquilleo en el tórax y la gar-
ganta pareció cerrársele. Sintió ganas de vomitar y escupió la
paleta, asqueado. No tuvo mejor suerte con unos restos de ali-
tas de pollo. La escasa carne y 'a grasa que quedaban
adheridas a los huesos sabían rancias y le provocaron arcadas.
Unos moscardones revoloteaban hambrientos sobre el
montón de basura. Francis los miró con resentimiento y con-
sideró la posibilidad de comérselos. Después de todo, algu-
nos bichos se alimentaban de otros bichos, pero no sabía có-
mo atraparlos sin manos (aunque tenía la sensación de que
reflejos no le faltaban) y además media docena de moscardo-
nes a duras penas le saciarían. Irritado y con dolor de cabeza
ALS