Page 175 - Fantasmas
P. 175

Joe Hit



      busto de Benjamin Franklin  esculpido en mármol  blanco  lecho-
      so  y, en  otro,  uno  de Martin  Luther  King en  piedra oscura  pa-
      recida  al ónix.  Ben lo mira con  el ceño  fruncido.  Se diría que el
      reverendo  se acaba de levantar y aún está somnoliento.
            —¿Es  impresión  mía, o  el ambiente  está  muy  cargado?
      —pregunta  mi padre—.  Como  si faltara  oxígeno.
            —Antes  de que empiece el semestre  de otoño  siempre lo
      alreamos  —contesta  el señor  Grace—.  Ahora  mismo  no  hay
      prácticamente  nadie,  salvo  unos  cuantos  chicos  del programa
      de verano.
            Salimos  todos  juntos y paseamos  hasta un  jardín de ár-
      boles  de tamaño  gigantesco  y corteza  gris de apariencia  res-
      baladiza.  En uno  de los extremos  hay un  anfiteatro  de media
      circunferencia  y gradas con  asientos,  donde  se celebran  las fies-
      tas  de graduación y en  ocasiones  montan  obras  de teatro  y es-
      pectáculos  para los chicos.
            —¿Qué  es  ese  olor?  —pregunta  mi padre—.  ¿No huele
      raro  este  sitio?
            Lo curioso  es  que  tanto  mi madre  como  el señor  Grace
      hacen  como  si no  le oyeran.  Mi madre  tiene un  montón  de pre-
      guntas  para el señor  Grace  sobre los espectáculos  que montan
      en  el colegio.  Es como  si mi padre no  estuviera  allí.
            —¿Qué son  esos  árboles  tan bonitos?  —pregunta  mi ma-
      dre mientras  volvemos  por el jardín.
            —Ginkgo  biloba —responde  el señor  Grace—.  ¿Sabían
      que no  hay otros  árboles  en  el mundo  como  éstos?  Son los úni-
      cos  supervivientes  de una  familia  de árboles  prehistóricos  que
      ha desaparecido  por completo  de la faz de la tierra.
            Mi padre se detiene junto al tronco  de uno  de ellos y ras-
      ca  la corteza  con  el dedo pulgar.  Después  se  lo lleva  a la nariz
      y pone  cara  de asco.
            —Así  que  esto  es  lo que  apesta  —dice—.  La verdad  es
      que la extinción  no  siempre  es  algo malo.




                                    173
   170   171   172   173   174   175   176   177   178   179   180