Page 174 - Fantasmas
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FANTASMAS


          Veo  mi aparato  reproductor,  rosa,  liso y pequeño,  balanceán-

          dose  entre  mis muslos  al correr,  y la visión  de esta  desnudez  de
          cintura  para  abajo me  llena de una  repentina  euforia.
               La tía Mandy  me  alcanza  cuando  estoy  a punto  de lle-

          gar al coche,  en  Lincoln  Street.  Una  multitud  nos  mira  mien-
          tras  me  tira de los pelos y caemos  al suelo  enzarzados.
               —¡Siéntate,  loco  de mierda!  —grita—.  ¡Pequeño  cret1-
          no  chiflado!                       a
               —¡Puta  gorda!  ¡Sanguijuela  capitalista!  —le chillo  yo.
               Bueno,  eso  exactamente  no.  Pero  parecido.






          No estoy seguro,  pero puede ser  que lo ocurrido  en Wheelhouse
          Park fuera la gota que colmó  el vaso,  porque  dos semanas  más
          tarde, coincidiendo  con  el día libre  del equipo,  me  encuentro
          con  mis padres de camino  a Vermont,  a visitar un  internado  lla-
          mado  Academia  Biden,  que mi madre  quiere que veamos.  Me
          dice que  es  una  escuela  preparatoria,  pero  he visto  el folleto  y
          está lleno de palabras  en  clave —necesidades  especiales,  entor-
          no,  integración  social—,  así que  sé de qué clase  de colegio  se
          trata.
                Un joven vestido con vaqueros,  una  camisa gastada y botas
          de montaña  nos  recibe  en  las escaleras  situadas  frente  al edificio
          principal.  Se presenta  como  Archer  Grace y dice que trabaja en
          admisiones  y que nos va a enseñar  el lugar. La academia Biden es-
          tá en  las Montañas  Blancas.  La brisa que mece  los pinos es  fría,
          así que, aunque es agosto, la tarde tiene el fresco encanto  y la emo-
          ción de una velada de la serie mundial.  El señor  Grace nos  acom-
          paña en  un  recorrido  por el campus.  Visitamos  dos edificios  de
          ladrillo  cubiertos  de hiedra.  Visitamos  aulas vacías.  Recorremos
          un auditorio  con  paredes forradas  de madera y unos  cuantos  pe-
          sados  cortinajes  color escarlata.  En una  de las esquinas  hay un



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