Page 189 - Fantasmas
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Joe HiLL
ga de la policía encontró uno de sus tenis en la alcantarilla de
Circus Street. A Finney le conmocionó pensar que un chico al
que conocía había sido secuestrado, despojado de sus tenis y
que nunca volvería a verlo, pues ya estaba muerto en alguna
parte, con la cara sucia, gusanos en el pelo y los ojos abiertos
mirando a la nada.
Pero pasó un año, y otro, y no desaparecieron más niños.
Finney cumplió los trece, una edad segura, ya que el secues-
trador de niños nunca se había llevado a ninguno mayor de do-
ce. La gente pensaba que el Abductor de Galesburg se había
marchado a otra parte, había sido arrestado por otro delito o
había muerto. Tal vez Bruce Yamada lo mató, pensó Finney
una vez después de escuchar a dos adultos preguntarse en voz
alta qué habría sido del secuestrador. Tal vez Bruce cogió una
piedra mientras lo estaba secuestrando y en cuanto tuvo oca-
sión le hizo una demostración al secuestrador de su lanzamiento
rápido. Eso estaría muy bien.
Sólo que Bruce no había matado al secuestrador, sino que
el secuestrador lo había matado a él, como a los otros tres ni-
ños, y como se disponía a matarlo a él. Finney era ahora uno
de los globos negros. No había nadie para tirar de él hacia el
suelo, no tenía modo de darse la vuelta y volver por donde ha-
bía venido. Se alejaba flotando de todo lo que había conocido
hasta ahora, hacia un futuro que se abría ante él, tan vasto y
desconocido como un cielo de invierno.
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