Page 192 - Fantasmas
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FANTASMAS


                 Finney empezó a girar sobre sus  talones, pero  se detuvo.
           Por alguna razón  no  quería establecer  contacto  visual  con  su
           captor,  así que se  limitó  a mirarlo  por el rabillo  del ojo. La puer-
           ta  estaba  ahora  lo suficientemente  cerca  como  para verla  y Al
           estaba  de pie en  el marco.              Ñ
                 —Cuelga —dijo.
                 Pero  Finney  se  quedó donde  estaba,  con  el auricular  en
           la mano.  Transcurrido  un  instante,-Al  siguió hablando.
                 —Ya sé que estás  asustado  y que quieres irte a casa.  Pron-
           to te llevaré, es  sólo que...  todo se ha jodido y tengo que ir arr1-
           ba un  rato.  Ha surgido algo.
                 —¿Qué?
                 —NO  te preocupes  de eso.
                 Un nuevo  atisbo  incontrolable  de esperanza.  Poole,  tal
           vez,  el viejo Poole  había visto  a Al meterlo  en  la camioneta  y
           había  llamado a la policía.
                 —¿Es que alguien ha visto  algo? ¿Va a venir la policía? Si
           me  deja irme no  diré nada, lo prometo...
                 —No  —dijo  el hombre  gordo y se  rio, áspera y triste-
           mente—.  No es  la policía.
                 —¿Pero  sí es  alguien?  ¿Alguien viene?
                 El secuestrador  se  puso  rígido y los ojos, tan  juntos  en
           su  gruesa y fea cara,  parecieron  tristes  y asombrados.  No con-
           testó, pero  tampoco  hacía falta.  La respuesta  que Finney bus-
           caba estaba  en  su  mirada,  en  su  lenguaje corporal.  O bien ha-
           bía ocurrido  algo en  el camino  hacia  allí,  o había  sucedido
           arriba,  en  algún lugar.
                 —Pienso  gritar —dijo—.  Si hay alguien arriba  me  oirá.

                 —N o, él no  te oirá.  No puede, con  la puerta  cerrada.
                 —¿El?

                 El semblante  de Al se  oscureció  y sus  mejillas  se  cubrie-
           ron  de rubor.  Finney vio cómo  cerraba  los puños y después los
           abría despacio.



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