Page 214 - Fantasmas
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FANTASMAS



                   Dejó a uno  de los niños  en  el asiento  delantero  y al otro
             en  el de detrás,  atado  en  una  silla de bebé.  El niño  sentado  de-
             lante —se  llamaba  Baxter,  Wyatt se  acordaba  aunque  no  sabía
             por qué— era  alto y flacucho,  de una  complexión delicada  que
             debía de haber heredado  de su padre. Desde donde estaba, Wyatt
             no  podía ver  gran cosa  del bebé, tan  sólo una  mata  de pelo os-
             curo  y un  par de manos  gordezuelas,  moviéndose.
                   Cuando  la señora  Prezar  entró  en  la tienda,  el niño  ma-
             yor, Baxter,  se  giró hacia  su  hermano  pequeño.  Tenía una  bol-
             sa  de golosinas  en  la mano y la agitó delante  de sus  ojos, para
             retirarla  en  cuanto  el pequeño  intentó  cogerla.  Entonces  repi-
             tió el gesto  y, cuando  su  hermano  se  negó a dejarse provocar
             otra  vez,  se  dedicó  a darle  golpecitos  con  la bolsa.  Así siguie-
             ron unos  minutos,  hasta que Baxter se detuvo para abrir la bol-
             sa  de golosinas,  llevarse  una  a la boca y saborearla  despacio.
             Llevaba  puesta  una  gorra  de los Twin  City Pizza,  el antiguo
             equipo  de Wyatt.  Se preguntó  si Baxter  tendría  la edad  sufi-
             ciente para jugar en la liga infantil.  No parecía, pero tal vez  aho-
             ra  habían  rebajado  el límite  de edad.
                   Wyatt  guardaba  buenos  recuerdos  de la liga infantil
             de béisbol.  En su  último  año  en  Twin  City casi  batió  el ré-
             cord  de robar  bases.  Fue  uno  de los pocos  momentos  de su
             vida  en  que  supo a ciencia  cierta  que  era  mejor  en  algo que
             cualquier  otro  niño  de su  edad.  Cuando  terminó  la tempo-
             rada  acumulaba  un  total  de nueve  bases  robadas,  y sólo  una
             vez  lo habían  alcanzado.  Un lanzador  zurdo  con  cara  de tor-
             ta  tocó  la base  antes  de que  Wyatt  tuviera  ocasión  de pisar-
             la, y de súbito  se  encontró  titubeando  en  mitad  de un  «co-
             rre-corre»,  mientras  el primer y el segundo  base  le cerraban
             el camino  por  ambos  lados  y se  pasaban  la pelota el uno  al
             otro.  Wyatt  intentó  entonces  correr  hacia  la segunda  base,
             con  la esperanza  de poder saltar  y tocarla...  pero  en  cuanto
             hubo  tomado  esta  decisión  se dio cuenta  de que  era  la equi-




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