Page 70 - Fantasmas
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FANTASMAS
Alec conduce de regreso a casa con la cara empapada en un
sudor frío y un intenso malestar. No sabe por qué no ha dicho
nada, Greenberg estaba prácticamente suplicándole que le de-
jara ayudarlo económicamente. Piensa, con amargura, que se ha
convertido en un viejo tonto e inútil.
Cuando llega al cine tiene nueve mensajes en la contes-
tadora automática. El primero es de Lois Weisel, de quien Alec
no ha sabido nada en años. Habla con voz aguda. Hola, Alec,
dice, soy Lois Weisel, de la Universidad de Boston. Como sí
hubiera podido olvidarla. Lois vio a Imogene durante una pro-
yección de Cowboy de medianoche. Ahora imparte cursos de
posgrado de dirección de cine documental. Alec sabe que es-
tas dos cosas no son coincidencia, como tampoco lo es que Ste-
ven Greenberg se haya convertido en lo que es. ¿Podrías lla-
marme? Quería hablar contigo de... Bueno, llámame, ¿de
acuerdo? Después ríe, con una risa extraña, como asustada, y
añade: Esto es una locura. Suspira profundamente. Sólo que-
ría saber si pasa algo con el Rosebud, algo malo. Así que llá-
mame.
El siguiente mensaje es de Dana Llewellyn, que la vio
en Grupo salvaje. El siguiente de Shane Leonard, que vio a
Imogene durante la proyección de American Graffiti. Da-
rren Campbell, que la vio en Reservoir Dogs. Algunos le
hablan de un sueño que han tenido idéntico al descrito por
Steven Greenberg: ventanas cegadas con tablones, una ca-
dena en la puerta, el llanto de una niña... Algunos dicen que
sólo quieren hablar y para cuando ha terminado de escu-
char todos los mensajes Alec se encuentra sentado en el sue-
lo de su despacho, con los puños apretados y sin poder parar de
llorar.
Unas veinte personas han visto a Imogene en los últimos
veinticinco años y casi la mitad de ellas han dejado mensajes a
Alec para que les llame. La otra mitad lo hará en los días si-
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