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--Vamos -dijo-. Estamos hablando de dos testigos independientes. No me
vengas con basura.
-Ah, ¿quieres que hablemos de basura? ¿Vas a decirme que crees en la
existencia de un payaso vampiro bajo el puente de Main Street? Eso sí que es
basura.
--Bueno, no es eso lo que quiero decir, pero...
--¿O que Hagarty vio un billón de globos, todos con la misma leyenda que
llevaba su amante en el sombrero? Porque eso también es basura.
--No, pero...
--Entonces, ¿para qué le das vueltas a todo esto?
--¡Deja de interrogarme a mi! -rugió Gardener-. ¡Los dos describieron lo mismo, y
ninguno de ellos sabía lo que el otro estaba diciendo!
Boutillier estaba sentado a su escritorio jugando con un lápiz. En ese momento,
dejó el lápiz, se levantó y se acercó a Harold Gardener. Aunque medía doce
centímetros menos, Gardener retrocedió un paso.
--¿Quieres perder el caso, Harold?
--No, por sup...
--¿Quieres que esos mierdas salgan en libertad?
--¡No! ,
--Bien. Ya que estamos de acuerdo en lo básico, te diré exactamente lo que
pienso. Sí, probablemente había un hombre bajo el puente aquella noche. Tal vez
hasta sea cierto que vestía de payaso, pero creo que era un simple borracho o un
vagabundo vestido con harapos. Probablemente estaba allí buscando monedas
caídas o restos de comida. Sus ojos hicieron el resto, Harold. ¿No crees que eso
sí es posible?
--No lo sé -dijo Harold. Quería dejarse convencer, pero dada la exactitud de las
dos descripciones... no. No lo creía posible.
--Y aquí vamos al fondo del asunto. Si introducimos a ese individuo en el caso,
el abogado defensor se agarrará a eso con uñas y dientes. Dirá que esos dos
inocentes corderitos sólo arrojaron a ese homosexual de Mellon desde el puente
para jugar. Y señalará que Mellon todavía estaba con vida después de la caída;
para eso cuenta con el testimonio de Hagarty y de Unwin.
Sus clientes no cometieron asesinato, ¡oh, no! Era un psicópata vestido de
payaso. Si introducimos esto, es lo que va a pasar. Y tú lo sabes.
--De todos modos, Unwin hablará de eso.
--Pero Hagarty no -dijo Boutillier-. Porque él sí entiende. Y si Hagarty no lo
confirma, ¿quién va a creer a Unwin?
--Bueno, para eso estamos nosotros -repasa Harold Gardener con una amargura
de la que él mismo se sorprendió-. Pero supongo que no diremos nada.
--¡No la tomes conmigo! -replicó Boutillier levantando las manos-. ¡Ellos lo
mataron! No se limitaron a arrojarlo desde el puente. Garton llevaba una navaja.
Mellon recibió siete puñaladas, una de ellas en el pulmón izquierdo y dos en los
testículos. Las heridas coinciden con el arma. Tenía cuatro costillas rotas; eso lo
hizo Dubay con un abrazo de oso. Tenía mordeduras en los brazos, en la mejilla
izquierda y en el cuello; creo que eso fue obra de Unwin y Garton, aunque sólo
coincide y probablemente no sirva como prueba. Y sí, faltaba un gran trozo de
carne en la axila derecha. ¿Y qué? A alguno de ellos le gustaba morder de veras.