Page 54 - El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura)
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que,  entonces,  de  repente,  se  sienta  fascinado  por  otra  persona.  Será  un

               maravilloso objeto de estudio.
                    —No piensas eso de verdad, Harry, sabes que no. Si la vida de Dorian
               Gray quedase arruinada, nadie lo lamentaría más que tú. Eres mucho mejor de
               lo que finges ser.

                    Lord Henry echó a reír.
                    —La razón por la que a todo el mundo le gusta pensar tan bien de los
               demás es que todos nos tememos miedo a nosotros mismos. El fundamento
               del  optimismo  es  el  puro  terror.  Pensamos  que  somos  generosos  porque

               atribuimos a nuestros vecinos aquellas virtudes que más probablemente nos
               benefician.  Elogiamos  al  banquero  que  podría  dejar  en  descubierto  nuestra
               cuenta  y  hallamos  buenas  cualidades  en  el  salteador  de  caminos  con  la
               esperanza de que perdone nuestra bolsa. Pienso todo lo que he dicho. Siento

               el  mayor  desprecio  por  el  optimismo.  Y  en  cuanto  a  la  vida  arruinada,
               ninguna  lo  está  más  que  aquélla  cuyo  desarrollo  se  obstaculiza.  Sí  quieres
               estropear  una  naturaleza,  no  tienes  más  que  reformarla.  Pero  aquí  está  el
               propio Dorian. Él te dirá más de lo que yo puedo decirte.

                                                                                                  ⁠
                    —¡Querido Harry, querido Basil, los dos tenéis que felicitarme! —dijo el
               muchacho  mientras  se  quitaba  el  sombrero  de  noche  con  alas  de  raso  y
               estrechaba por turnos la mano de sus amigos⁠—. Nunca he sido tan feliz. Por
               supuesto, es precipitado. Todas las cosas verdaderamente maravillosas lo son.

               Y, sin embargo, me parece lo único que he estado buscando durante mi vida
               entera.
                    Había  enrojecido  de  emoción  y  placer,  y  estaba  extraordinariamente
               hermoso.

                                                                            ⁠
                    —Espero que siempre seas muy feliz, Dorian —dijo Hallward⁠—, pero no
               puedo perdonarte del todo por no haberme informado de tu compromiso. A
               Harry se lo dijiste.
                    —Y yo no te perdono por llegar tarde a cenar —⁠interrumpió lord Henry,

               poniendo  la  mano  sobre  el  hombro  del  muchacho  y  sonriendo  mientras
                        ⁠
               hablaba—. Vamos, tomemos asiento y veamos cómo es el nuevo chef de aquí,
               y ahora nos contarás cómo sucedió todo.
                                                                        ⁠
                    —En realidad no hay mucho que contar —exclamó Dorian mientras se
                                                            ⁠
               sentaban  a  la  pequeña  mesa  redonda—.  Lo  que  ocurrió  fue,  sencillamente,
               esto. Tras dejarte ayer por la noche, Harry, cené algo en ese curioso pequeño
               restaurante italiano de la calle Rupert que tú me diste a conocer, y después me
               dirigí al teatro. Sybil hacía de Rosalinda. Por supuesto, la puesta en escena era

               terrible  y  el  Orlando  absurdo.  ¡Pero  Sybil!  ¡Tendrías  que  haberla  visto!




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