Page 57 - El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura)
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—Yo lo he conocido todo —dijo lord Henry con una mirada melancólica

               en sus ojos⁠—, pero siempre estoy dispuesto a una nueva emoción. Aunque me
               temo que no existe tal cosa para mí, en cualquier caso, tal vez tu maravillosa
               muchacha me sorprenda. Me encanta la actuación. Es mucho más real que la
               vida. Vamos. Dorian, tú vendrás conmigo. Lo siento mucho, Basil, pero sólo

               hay espacio para dos en la berlina. Tendrás que seguirnos en un cabriolé.
                    Se  levantaron  y  se  pusieron  los  abrigos  tomándose  el  café  de  pie.
               Hallward  permanecía  silencioso  y  preocupado.  Lo  envolvía  la  tristeza.  No
               podía tolerar aquel matrimonio, aunque le pareciera la mejor de muchas otras

               cosas que podrían haber ocurrido. Tras unos momentos, todos bajaron. Él se
               marchó solo, como habían acordado, e iba mirando las luces parpadeantes de
               la pequeña berlina a la que seguía. Se apoderó de él una extraña sensación de
               pérdida. Sintió que Dorian Gray nunca volvería a ser para él todo lo que había

               sido  en  el  pasado.  Sus  ojos  se  ensombrecieron,  y  las  abigarradas  calles
               iluminadas se le hicieron borrosas. Cuando el coche llegó a las puertas del
               teatro, le pareció que había envejecido años enteros.






















































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