Page 58 - El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura)
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                                           OR UNA U OTRA RAZÓN, el teatro estaba repleto

                                           esa noche, y el gordo director judío que los recibió en
                                           la puerta mostraba una radiante, grasienta y trémula
                                           sonrisa de oreja a oreja. Los acompañó hasta el palco

                                           con una especie de humildad pomposa, moviendo sus
                                           gruesas  manos  enjoyadas  y  hablando  a  voces.
                                           Provocó  en  Dorian  Gray  más  aversión  que  nunca.
                                           Tenía la impresión de haber ido en busca de Miranda
               y  haber  encontrado  a  Calibán.  A  lord  Henry,  sin  embargo,  le  agradó.  Al

               menos,  eso  dijo,  e  insistió  en  estrecharle  la  mano  y  asegurarle  que  estaba
               orgulloso de conocer a un hombre que había descubierto a un auténtico genio
               y se había arruinado por Shakespeare. Hallward se entretuvo en observar los

               rostros  del  patio  de  butacas.  El  calor  era  absolutamente  asfixiante,  y  el
               enorme sol ardía como una monstruosa dalia de pétalos de fuego. Los jóvenes
               del gallinero se habían quitado los abrigos y chalecos y los habían colgado a
               un lado. Hablaban entre ellos de un extremo a otro del teatro y compartían sus
               naranjas  con  las  vulgares  muchachas  maquilladas  que  se  sentaban  junto  a

               ellos.  Algunas  mujeres  reían  en  el  patio  de  butacas;  sus  voces  eran
               horriblemente  chillonas  y  discordantes.  El  sonido  de  las  botellas  al
               descorcharse llegaba desde el bar.

                    —¡Vaya  lugar  para  encontrar  dentro  la  divinidad  de  uno!  —⁠dijo  lord
               Henry.
                    —¡Sí! —respondió Dorian Gray—. Aquí fue donde la encontré, y ella es
               la más divina de las criaturas. Cuando actúa, te olvidas de todo. Toda esta



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