Page 55 - El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura)
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Cuando salió vestida de muchacho estaba absolutamente maravillosa. Llevaba

               un jubón de terciopelo color musgo con mangas canela, finas calzas marrones
               con liga, un elegante sombrerito verde con una pluma de halcón sujeta a una
               gema y un manto con capucha forrado de rojo mate. Nunca me había parecido
               tan exquisita. Poseía toda la delicada elegancia de esa estatuilla de Tanagra

               que  tienes  en  tu  estudio,  Basil.  Los  cabellos  le  enmarcaban  el  rostro  como
               hojas oscuras en torno a una pálida rosa. En cuanto a su actuación… Bueno,
               la  veréis  esta  noche.  Es,  sencillamente,  una  artista  nata.  Me  senté  en  el
               descolorido palco completamente fascinado. Olvidé que estaba en Londres y

               en el siglo diecinueve. Me hallaba lejos con mi amor en un bosque que nadie
               había visto antes. Cuando la función terminó, fui a los camerinos y hablamos.
               Y, estando sentados juntos, de repente, apareció una mirada en sus ojos que
               no había visto hasta entonces. Mis labios se acercaron a ella. Nos besamos.

               No puedo describiros lo que sentí en ese momento. Me parecía que toda mi
               vida  se  había  reducido  a  un  perfecto  punto  de  dicha  color  rosa.  Todo  su
               cuerpo  temblaba  y  se  estremecía  igual  que  un  blanco  narciso.  Entonces  se
               arrojó al suelo de rodillas y besó mis manos. Siento que no debería contaros

               todo esto, pero no lo puedo evitar. Por supuesto, nuestro compromiso es un
               secreto absoluto. Ella ni siquiera se lo ha dicho a su madre. ¡No sé lo que
               dirán mis tutores! Lord Radley seguro que va a enfurecerse. No me importa.
               Tendré  la  edad  legal  en  menos  de  un  año,  y  entonces  podré  hacer  lo  que

               quiera. He  hecho bien  (¿verdad, Basil?)  en extraer  mi amor  de la  poesía  y
               encontrar a mi esposa en las obras de Shakespeare. Labios que Shakespeare
               enseñó  a  hablar  han  susurrado  su  secreto  a  mi  oído.  Me  han  rodeado  los
               brazos de Rosalinda y he besado la boca de Julieta.

                                                                        ⁠
                    —Sí, Dorian. Supongo que has hecho bien —dijo Hallward despacio.
                    —¿La has visto hoy? —preguntó lord Henry.
                    Dorian Gray movió la cabeza.
                    —La dejé en el bosque de Arden. La encontraré en un huerto de Verona.

                    Lord Henry sorbió su champagne con aire meditativo.
                    —¿En qué punto particular mencionaste la palabra matrimonio, Dorian?
               ¿Y qué te respondió ella? Quizá lo olvidaste por completo.
                    —Mi querido Harry, no trato el asunto como si fuera una transacción de

               negocios, y no hice ninguna propuesta formal. Le dije que la amaba, y ella me
               dijo que no era digna de ser mi esposa. ¡Que no era digna! ¡Si para mí el
               mundo entero no es nada en comparación con ella!
                    —Las mujeres son maravillosamente prácticas —⁠murmuró lord Henry⁠—;

               mucho  más  prácticas  que  nosotros.  En  situaciones  como  esa  nosotros  a




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