Page 211 - El Terror de 1824
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EL  TERROR  DE  1824  207
       tono,— mi  carácter  leal,  mi  amor  á  la  veraci-
            dad. Para  mí  la  verdad  está  por  encima  de
       todos  los  afectos,  hasta  de  los  más  sagrado?.
       Soy  así  y  do  lo  puedo  remediar,  ¿Por  qué  me
       llaman  los  compañeros  el  voluntario  de  bronce?
       Porque  soy  como  de  bronce,  señores:  á  mí  no
      hay  quien  me  tuerza,  ni  me  doble,  ni  me  fun-
          da. ¿Se  trata  de  una  cosa  que  es  verdad?  Piks
      verdad  y  nada  más  que  verdad.  (Romo  hizo
      tal  gesto  con  el  dedo  índice,  que  parecía  querer
      agujerear  el  suelo.)  Si  mi  padre  falta  y  me
      lo  preguntan,  digo  que  sí.  No  significa  esto  que
      sea  insensible,  no.  Yo  también  tengo  mis  blan-
            duras. Soy  de  bronce,  y  tengo  mi  cardenillo...
      (El  hombre  duro  y  lóbrego  se  conmovía.)  Y<»
      también  sé  sentir.  Bien  saben  todos  que  quie-
         ro mucho  á  D.  Benigno  Cordero.  Bien  saben
      todos  que  trabajé  porque  volviera  a  Madrid.
      Pues  bien:  supongamos  que  me  preguntan
      ahora  si  creo  que  i).  Benigno  Cordero  conspi-
            raba: yo  responderé*.,  que  no  lo  sé.
        Díjolo  de  tal  modo,  que  dudando  afirmaba.
      Lo  que  el  hombre  de  bronce  llamaba  su  car-
              denillo, si  para  él  era  un  afecto,  para  los  de-
           más pe  día  ser  un  veneno.
        — ¡Que  no  lo  sabe! — exclamó  Pipaón  con
      ira. — Por  fuerza  usted  ha  peidido  el  juicio.
        — No  lo  sé — repitió  el  voluntario  mirando
      al  suelo. — Si  no  lo  sé,  ¿por  qué  he  de  decir  que
      lo  sé,  faltando  á  mi  conciencia?  ¿Qué  impor-
          tan mis  afectos  ante  la  verdad?  Yo  cojo  el  co-
            razón y  lo  cierro  como  se  cierra  un  libro  prohi-
           bido, y  no  lo  abro  aunque  me  muera...  porque
      no  tengo  que  fijar  los  ojos  más  que  en  la  ver-
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