Page 214 - El Terror de 1824
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210         •      B.   PÉRFZ   G ALDOS
        El  licenciado  no  decía  nada.
        — Pero  aparecen  ahí  dos  personas, — dijo  Na-
      varro.
        - — Una  joven  y  un  viejo  tonto.  Ella  parece  la
      más  culpable.  Del  mentecato  de  Sarmiento  no
      debemos  ocuparnos.  Sería  gran  mengua  para
      este  Tribunal.
        — Si  tras  de  lo  desacreditado  que  está  -  dijo
      Navarro  con  sorna, — da  en  la  flor  de  soltar  á
      los  cnerdos  y  ajusticiar  á  los  imbéciles...
        — Nada,  nada.  Adelante—  manifestó  Cha-
      perón  con  impaciencia. — Despachemos  eso.
        —Soledad  Gil, — cantó  Lobo.
        — Pena  ordinaria  de  horca.  Y  sea  condu-!
      cido  D.  Patricio  á  la  casa  de  locos  de  To-
            ledo. Esto  propondré  á  la  Sala  pasado  ma-
      ñana.
        Miró  á  sus  amigos  con  expresión  de  orgullo,
      semejante  á  la  que  debió  tener  Salomón  des-
           pués de  dictar  su  célebre  fallo.
        — Me  parece  bien, — afirmó  Garrote.
        — Admirablemente, — dijo  Pipaón,  tranquili-
           zado ya  respecto  á  la  suerte  de  sus  amigos,  y
      fiando  en  que  le  sería  fácil  después  librarles  de
      los  dos  meses  de  cárcel.
        — Y  yo  digo  que  habrá  no  poca  ligereza  en
      el  Tribunal  si  aprueba  eso, — insinuó  con  hos-
         ca timidez  Romo.
         — ¡Ligereza!
        — Sí:  averigüese  bien  si  la  de  Gil  de  la
       Cuadra  es  culpable  ó  no.
         —  Ella  misma  lo  asegura.
         —Pues  yo  la  desmentiré,  sí,  señor,  la  des-
       mentiré.
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