Page 218 - El Terror de 1824
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       metálico,  cuya  presióu  se  le  hacía  insoporta-
           ble.—-Ese  hombre  es  la  providencia  de  mis;
       amigos.


       V      ¿         XXI      ^MMí  /

         Decir  cuánto  padeció  el  magnánimo  espíri-
         tu del  Presidente  de  la  Comisión  militar  en
       aquellos  días,  fuera  imposible.  Había  en  el  fon-
          do, muy  en  el  fondo  de  su  alma,  perdido  entre
      el  légamo  de  abominables  sentimientos,  un
       poco  de  equidad  ó  rectitud.  Verdad  es  que  es-
         ta virtud  era  un  diminuto  corpúsculo,  un  sér
       rudimentario,  como  las  molieras  de  que  nos  ha-
          bla la  ciencia;  pero  su  pequeñez  extraordina-
          ria no  amenguaba  la  poderosa  fuerza  expan-
           siva de  aquel  organismo,  y  á  veces  se  la  veía
      extenderse  tratando  de  luchar  en  las  tinieblas
      con  el  cieno  que  la  oprimía,  y  de  abrirse  paso
       por  entre  la  masa  de  hierbas  inmundas  y  gro-
           seras existencias  que  llenaban  todo  el  vaso  de
      la  conciencia  chaperoniana.
         Convencido  de  la  inocencia  de  Cordero  y  de
       su  hija,  D.  Francisco  sentía  que  limonera  de
       su  alma  le  gritaba  con  vocecita  casi  imper-
              ceptible que  les  pusiera  en  libertad.  Sus  com-
              pañeros de  Comisión,  aunque  generalmente
       deliberaban  y  votaban  por  fórmula,  dejándole
      á  él  toda  la  gloria  de  la  iniciativa  (y  reserván-
           dose sólo  los  sueldos),  opinaban  también  que
       Cordero  debía  ser  absuelto.  Los  últimos  escrú-
            pulos de  D.  Francisco  se  disiparon  coa  las  de-
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