Page 222 - El Terror de 1824
P. 222

218       ti.    PÉKKZ  UAL.0Ó8
        -¿Eh?
        —  Una  barbaridad  de  á  folio.
         — ¿Por  qué?
         —  Porque  es  inocente.
         — ¿Esas  tenemos?...  ¡Por  vida  del  Santísi-
          mo!— exclamó  con  ira;  —  como  usted  no  tiene
      la  responsabilidad  de  este  delicado  cargo;  co-
          mo á  usted  no  le  acusan  de  tibieza,  ni  de  be-
                nignidad, ni  de  venalidad...  Ya  les  echaré  yo
      un  lazo  á  mis  detractores...  pero  vamos  al  ca-
         so. ¿Dice  usteo  que  es  inocente?
        —-Sí,  y  lo  pruebo, — repuso  Lobo  tomando  la
      más  solemne  expresión  de  gravedad  judicial.
        — Lo  prueba,  lo  prueba... — dijo  Chaperón
      con  sarcástica  bufonería. — Lo  que  usted  pro-
           bará será  el  aguardiente,  si  se  lo  dan.  Grandí-
           simo borracho,  escriba  usted,  escriba  usted  mi
      fallo.
        — Escribiremos,  Excelentísimo  Señor, — dijo
      Lobo  resignadamente,  como  el  que,  habiendo
      recibido  una  coz,  no  se  cree  en  el  caso  de  de-
            volver otra.
        Chaperón  encendió  un  cigarro.  Después  de
      la  primora  chupada,  dijo:
        — La  condeno  á  pena  ordinaria  de  horca.
        Luego  se  quedó  un  rato  contemplando  la
      primera  bocanada  de  humo  que  salía  del  ho-
             rrendo cráter  de  sus  labios.
   217   218   219   220   221   222   223   224   225   226   227