Page 217 - El Terror de 1824
P. 217

EL  TERROR  D'¿   1824  213
       úún  de  Cordero  es  una  farsa,  declaro  que  la
      .hice  yo.
         Al  decir  yo,  dióse  un  gran  golpeen  el  pecho,
       que  retumbo  como  una  caja  vacía.  Brillaban
       sus  ojos  con  extraño  fulgor  desconocido;  se  ha-
           bía transfigurado,  y  la  cólera  iluminaba  sus
       facciones,  antes  obscuras.  El  lóbrego  edificio
       donde  jamás  se  veía  claridad,  echaba  por  to-
          dos sus  huecos  la  lumbre  amarillenta  y  sulfú-
          rea de  una  cámara  infernal.  Haciendo  un  ges-
         to de  amenaza,  se  expresó  así:
         —  El  que  sea  guapo  que  me  desmienta.
         Y  salió  sin  añadir  una  palabra.  Pipaórt,  que
      ^era  hombre  de  muy  pocos  hígados,  como  se
       habrá  podido  observar  en  otras  partes  de  esta
       historia,  se  quedó  perplejo;  pero  afectaba  la  in-
              decisión de  un  valiente  que  medita  las  atroci-
            dades que  ha  de  hacer.  Chaperóu  dijo:
         ■ — No  se  decida  nada  sobre  esas  dos  causas.
      Quédense  para  otro  día.
         Un  diablillo  menor  entró  muy  gozoso,  di-
             ciendo á  su  jefe:
         — Acabamos  de  recibir  una  gran  noticia  de
       ia  Superintendencia.  Rafael  Seudoquis  ha  si-
          do preso  en  Valdemoro.  Esta  noche  llegará  á
       Madrid.
         -—¡Suceso  providencial! — exclamó  D.  Fran-
            cisco con  júbilo,— Cayó  el  principal  pez.  Vea
       usted,  Sr.  Pipaón,  de  qué  manera  vamos  á  sa-
         lir pronto  de  dudas.  Sobre  ese  sí  que  no  habrá
       dimes  y  diretes.  Apunte  usted,  Lobo...  horca,
       ¡tres  veces  boreal
         —  Saldremos  de  dudas— indicó  Pipaón,  de-
                cidiéndose á  aflojar  la  hebilla  de  su  coliaría
   212   213   214   215   216   217   218   219   220   221   222