Page 223 - El Terror de 1824
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EL  TERROR  DE  1824
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                      XXII


        La  primera  noche  de  su  encierro,  D.  Patri-
         cio y  su  compañera  de  cárcel  no  durmieron.
      La  prisión  no  pecaba  ciertamente  de  estrecha;
      pero  en  luces  competía  con  la  noche  absoluta,
      siendo  difícil  asegurar  quién  llevaba  la  venta-
         ja, si  bien  al  filo  del  mediodía  parecía  vencer
      la  cárcel  á  su  rival,  á  causa  de  ciertas  clarida-
         des que  se  entraban  por  el  enrejado  ventani-
         llo, temerosas  y  sobrecogidas  de  miedo,  y  em-
             bozadas misteriosamente  en  espesas  capas  de
      telarañas.  Dichas  claridades  recorrían  con  pa-
         sos de  ladrón  el  techo  y  las  paredes,  miraban
      con  cautela  á  los  negros  rincones  y  al  piso,  y
      á  eso  de  las  dos  ó  las  tres  volvían  la  espalda
      para  retirarse,  dejando  la  fúnebre  pieza  á  obs-
            curas. Dos  sillas,  una  tarima  pegada  á  la  pa-
          red y  una  mesa  constituían  el  mísero  ajuar.
      Los  ladrillos  del  suelo  respondían  siempre  á
      cada  pisada  de  los  presos  con  un  movimiento
      de  balanza  y  un  sonido  seco,  señales  ciertas  de
      su  disgusto  por  verse  molestados  en  su  posi-
          ción horizontal.  Seguramente  ellos,  como  toda
      la  casa,  habrían  vuelto  con  gozo  á  poder  de
      los  Padres  del  Salvador,  sus  antiguos  dueños,
      hombres  pacíficos  que  jamás  lloraban,  ni  ha-
          cían escándalos,  ni  pateaban  desesperadamen-
         te, ni  pedían  á  gritos  que  les  sacaran  de  allí»
        La  primera  noche,  como  hemos  dicho,  Sar-
             miento y  bu  amiga,  no  muy  bien  avenidos  coa
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