Page 223 - El Terror de 1824
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EL TERROR DE 1824
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La primera noche de su encierro, D. Patri-
cio y su compañera de cárcel no durmieron.
La prisión no pecaba ciertamente de estrecha;
pero en luces competía con la noche absoluta,
siendo difícil asegurar quién llevaba la venta-
ja, si bien al filo del mediodía parecía vencer
la cárcel á su rival, á causa de ciertas clarida-
des que se entraban por el enrejado ventani-
llo, temerosas y sobrecogidas de miedo, y em-
bozadas misteriosamente en espesas capas de
telarañas. Dichas claridades recorrían con pa-
sos de ladrón el techo y las paredes, miraban
con cautela á los negros rincones y al piso, y
á eso de las dos ó las tres volvían la espalda
para retirarse, dejando la fúnebre pieza á obs-
curas. Dos sillas, una tarima pegada á la pa-
red y una mesa constituían el mísero ajuar.
Los ladrillos del suelo respondían siempre á
cada pisada de los presos con un movimiento
de balanza y un sonido seco, señales ciertas de
su disgusto por verse molestados en su posi-
ción horizontal. Seguramente ellos, como toda
la casa, habrían vuelto con gozo á poder de
los Padres del Salvador, sus antiguos dueños,
hombres pacíficos que jamás lloraban, ni ha-
cían escándalos, ni pateaban desesperadamen-
te, ni pedían á gritos que les sacaran de allí»
La primera noche, como hemos dicho, Sar-
miento y bu amiga, no muy bien avenidos coa