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cercana, la terapia y la labor de curación son más complejas y delicadas. Las
                heridas más profundas las generan siempre las personas más próximas.

                   Hemos  trabajado  su problemática  de varias maneras. Una es  analizar su
                flecha emocional, entender cómo llega a casa de sus padres y comprender los
                síntomas  físicos  y  psicológicos  que  se  producen.  Por  supuesto,  hay  que
                intentar cerrar las heridas de su infancia para poder avanzar. El EMDR le ha
                ayudado  a  mitigar  el  dolor  y  la  perturbación  que  le  generan  esas  escenas.

                Finalmente, Julia está aprendiendo poco a poco a gestionar sus emociones y a
                poner límite a situaciones que le superan y le alteran profundamente.
                   El vínculo con una madre o un padre es importante, pero se pueden crear
                otras  relaciones  poderosas  y  fuertes  —que  acaban  siendo  curativas—  con

                otras  personas  que  existan  en  el  entorno  —tíos,  abuelos,  amigos,  pareja,
                monitores,  profesores…—.  Durante  el  proceso  de  curación,  uno  puede
                acercarse  a  esas  personas  y  dejarse  querer,  sintiendo  el  cariño  de  esa
                maternidad  robada.
                   Conozco a muchas mujeres que no han sido madres, pero tienen «corazón

                de madre» y que han sanado y aliviado a mucha gente que sufre. Tengo una
                amiga soltera, sin hijos, que escucha como nadie. Tiene ese don especial de
                estar cuando la necesitas, de apoyarte y calmarte en los peores momentos.





                                                  PAREJA TÓXICA


                   Hay que distinguir entre una pareja dañina y otra en la que lo que hay es un
                desgaste por un motivo u otro. En muchas relaciones y matrimonios, con el

                tiempo, aparece el deterioro. Situaciones de cansancio o tensión hacen que
                los  miembros  de  la  pareja  no  se  traten  con  la  misma  delicadeza  que  al
                principio.  Pueden  surgir  pequeñas  faltas  de  respeto  a  las  que  no  se  estaba
                acostumbrado o pueden darse situaciones en las que uno exige y el otro, sin

                embargo, no está a la altura.
                   Las  parejas  tienen  una  evolución  natural  y  lógica  que  no  siempre  es
                aceptada. Pensamos inocentemente que uno va a sentir siempre las mismas
                mariposas  en  el  estómago  que  cuando  la  chispa  comenzó  entre  los  dos.  A
                veces  la  propia  evolución  lleva  a  un  punto  de  incomodidad,  pero  por  un

                desgaste natural. Y en ese momento es cuando conviene retomar las riendas y
                esforzarse en pelear por el otro. Recomiendo libros, charlas, cursos, grupos
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