Page 95 - Querido cerebro, ¿qué coño quieres de mí?
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bloquearlos o hagamos acciones para evitarlos. Pero me imagino que a
estas alturas ya te habrás dado cuenta de que no se puede dejar de
pensar.
¿Te acuerdas de lo que comenté en el primer capítulo sobre cómo
gestionar nuestras mierdas? Pues ni los pensamientos son malos en sí,
ni nuestro cerebro tiene como objetivo hundirnos la vida. Aquí el
problema es que —sin ser tú consciente— cuando tratas de no pensar
algo, lo que estás haciendo es darle importancia y multiplicar las
posibilidades de que ese pensamiento se repita en el futuro.
¿Qué suele haber detrás de no poder dejar de pensar? En el caso de
Samuel hay:
Sobreestimación de las posibilidades de que le ocurra una desgracia.
Mucha carga de trabajo y estrés.
Mala relación con sus pensamientos.
Prevención de desgracias improbables.
Vamos a profundizar en estos puntos.
Sobreestimación de las posibilidades de que le ocurra una
desgracia
Si la realidad fuera lo que tus pensamientos te dicen, ya te
habrías muerto muchas veces.
Si tiendes a preocuparte por el futuro, no estás loco, tienes un cerebro
que funciona perfectamente para tu supervivencia. El problema es
cuando esta preocupación no nos suma nada y solo nos resta. A veces
en la vida nos pasan cosas que hacen que veamos mucho más probable