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C Ó M O E M P E C É
–También sobrevuelan sobre los premios una carga autobiográfica. Frente a ese golpe suele haber
nube de sospechas. Aunque hay concursos y con- un repliegue: muchas veces no se llega al segundo li-
cursos. bro, se deja de escribir. Ahí se dividen las aguas entre
–Totalmente. Yo fui jurado en muchos, y las elec- los que querían escribir y los que querían publicar,
ciones fueron irreprochables. Por algunos casos muy que son dos mundos diferentes”.
característicos quedó bajo sospecha todo el sistema. Intentó ser músico, jugar al tenis, pero lo que
Pero sigue siendo el más democrático que hay, en el subsistió como camino fue escribir. “Al principio fue
fondo: si no fuera por los premios seguiría publicán- algo que acompañaba a las demás cosas. La literatu-
dose sólo a los editores y a la gente de los suplementos ra en general es un espacio que está en peligro en
culturales. Así fue en los noventa, cuando era condi- la vida cotidiana, porque uno tiene que dedicarse a
ción tener una firma, un nombre en los ámbitos cultu- otras cosas para vivir. Tenía que presentarme a un
rales a través del periodismo. Los concursos han traí- concurso en la facultad, preparar clases, obligacio-
do aire fresco: Mairal, Nielsen, Esther Cross, Chernov, nes, compromisos: eso va relegando el tiempo para la
por ejemplo. Una vez que ganaste los premios podés literatura. Es muy importante defender ese espacio,
decir que no son demasiado importantes, desde el he- cierta continuidad. Cuando vi publicado el primero
cho de haber estado entre un montón de otros manus- encaré la escritura de un segundo libro de cuentos: la
critos. Es un orgullo para cualquier escritor ponerse expansión de uno de esos se convirtió en la nouvelle
en esa prueba y superarla. Como jurado, además, te Acerca de Roderer”.
digo que los que son buenos se separan solos: se reco- –Pero volvamos al primero: ¿qué resultó de pu-
nocen de inmediato. blicar?
–Me fue muy bien, en un sentido. Lo leyeron en
AGENTES Y EDITORIALES La Nación, me acuerdo que María Esther Vázquez
me llamó por teléfono y junto a su esposo, Horacio
Armani, fueron absolutamente amables conmigo.
Ya en Buenos Aires, Martínez trabajó un tiem- Un gesto de bienvenida al mundo de los escritores.
po con sus cuentos en el taller de Liliana Heker. “Me Alicia Steimberg me mandó una carta supergenero-
ayudó la experiencia, porque había un pequeño gru- sa. Le di el libro a varios escritores que admiraba; me
po y todos tenían esta especie de objetivo de publicar junté con Piglia en un café y me hizo una lectura de
un libro, y eso a mí me organizó también y me dio eso y de lo que podría escribir en el futuro. Cristina
un cierto horizonte: escribir, pero con la idea de, en Piña y Natu Poblet también fueron muy generosas
algún momento, cerrar eso en la forma de un libro”. conmigo. Y Mempo Giardinelli: recuerdo que hizo
Con Infierno grande ganó el premio del Fondo Nacio- lo posible para publicar un cuento del libro en una
nal de las Artes y en 1989, vía editorial Legasa, vería revista mexicana.
su primer libro impreso. “Yo creo que ese momento
es tan importante como crítico”, evalúa. “Sobreviene Martínez recuerda que Jorge Lafforgue, su editor
a muchas expectativas, es un momento de epifanía. Y en Legasa, se asombró cuando decidió sacar algunos
a continuación lo que sucede casi siempre –salvo que de los cuentos de Infierno grande al momento de la
seas Pola Olaixarac u algún otro caso aislado–, nadie publicación. “En general los escritores quieren poner
le da demasiada importancia a ese libro. Los editores todo en el primer libro. Y me acuerdo que a Laffor-
están con gente que ya tiene un nombre, potencial de gue, que es un tipo bárbaro, con el que siempre tuve
ventas, y con tus libros, quizás, estén ensayando algo; una excelente relación, le pareció una buena decisión
los libreros tampoco te prestan atención; los medios que seleccionara”.
culturales están ocupados con otras cosas; y de pron- Acerca de Roderer prendió en Planeta, que por
to el libro, a un mes de publicado, desaparece. Sobre- entonces arrancaba con la Biblioteca del Sur, a cargo
viene el silencio. Es muy duro de absorber para el ego de Juan Forn. “Primero la leyó Paula Pérez Alonso, y
de cualquiera, y más para los egos hipersensibles de le encantó”, rememora Martínez. “Y Forn, que había
los escritores. Que se esfume así un trabajo de años leído mis cuentos, estuvo de acuerdo en publicar-
que nadie registra. Que suele tener, además, mucha la. La gente de Legasa no tuvo problemas, lo vieron