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E L E S C R I T O R C O M O L E C T O R
Romina Doval
Desde el primer libro que llegó a sus manos hasta las manías
y costumbres cotidianas, esta sección invita a los escritores a
repasar su historia del otro lado, el del lector.
–En tu casa, ¿se leía? sada por un carro. Nunca me olvido de darles la lectu-
–En mi casa era algo común leer y hablar de li- ra de ese cuento a mis alumnos más chicos.
bros. De chica escuchaba títulos como Odisea, El se- –¿Cuál fue el primer libro que quisiste tener, sa-
gundo sexo, Espartaco y aunque no sabía muy bien de liste a comprar o pediste que te regalaran?
qué trataban me sonaban bien y soñaba con poder –Un día hice un gran pedido: las obras comple-
leerlos algún día. La biblioteca tenía muchos libros de tas de Borges. El responsable fue Isidoro Blaisten que
literatura, de modo que las primeras lecturas que me daba un taller sobre Borges. Yo tenía dieciséis años y
marcaron fueron hechas con libros ajenos. me preocupaba no entender o disfrutar a Borges, por
–¿Recordás cómo aprendiste a leer? ¿Y cuándo eso pedí ir a ese taller. Blaisten, con su fervor borgeano,
descubriste el placer de leer? me enseñó a leer de un modo que hasta entonces yo
–Aprendí las letras con el libro Upa de mi ma- desconocía, disfrutando del lenguaje, de las palabras,
dre (todavía me acuerdo su tapa roja donde había algo así como cuando uno degusta un buen chocolate
una nena rubia chueca enseñándole las vocales a o un buen vino. Y obviamente empecé a adorar a Bor-
su hermanito en un pizarrón) y a leer en la escuela. ges, un autor que suelo releer, sobre todo cuando quie-
Recuerdo muy bien la emoción que tenía cada vez ro desintoxicarme de ciertas lecturas, algo así como
que la maestra de primer grado enseñaba una letra: salir de la ciudad y darle aire puro a los pulmones.
su grafía redonda en un pizarrón negro, su marcada –¿Qué libro te marcó de manera decisiva?
pronunciación. En realidad, descubrí el placer de los –Cuentos de la selva de Horacio Quiroga. Aunque
libros mucho antes de saber leer porque me gustaban yo ya había leído otros libros ése fue como mi primer
las ilustraciones que tenían algunos y no me cansaba libro. Hace pocos años que tengo las obras completas
de mirarlas, sobre todo las de la Colección Muñequi- de Quiroga y al releer ciertos libros tuve miedo de que
tos que daban una sensación de extrañamiento muy no me gustaran como antes, algo que sucede con cier-
fuerte y, al mismo tiempo, unas ganas terribles de en- tos autores que uno lee en la infancia o adolescencia.
trar por la página a ese mundo de fantasía, vivir en la Pero no me falló. Quiroga es para mí un grande a lo
casa de golosinas de Hansel y Gretel, caminar por esos Poe o London. Obviamente hubo otros libros que me
bosques tan coloridos y brillantes. También estaba el marcaron, entre los de mi adolescencia: Crimen y cas-
placer de que me contaran o inventaran una historia. tigo, Sobre héroes y tumbas, Los siete locos/ Los lanza-
Recuerdo cuando mi hermana me leyó “El ruiseñor y llamas, ya de adulta: Don Quijote de la Mancha, Ma-
la rosa” de Oscar Wilde de un gran libro ilustrados por dame Bovary, Guerra y paz, El cazador oculto y Una
Soldi, la angustia que sentíamos cuando el ruiseñor temporada en el infierno.
moría cantando con la espina en el corazón para hacer
una rosa roja que finalmente termina en un charco pi-