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                                           N U E V O S   N A R R A D O R E S











                                          INTRODUCCIÓN




                Si algo le otorga vitalidad a la narrativa es la apa-  Algunos cuentos o fragmentos de novelas de los
            rición de nuevas voces, nuevas miradas sobre el mun-  autores que aquí se irán publicando ya son éditos,
            do. Cada una de ellas nos regala un particular modo   otros encontrarán en esta sección la primera oportu-
            de concebir la historia, la niñez y la adultez, el amor,   nidad de zambullirse en el mar de la literatura publi-
            el dolor, la exaltación, el sufrimiento. A través de la   cada. La alegría que nos proporciona poder compar-
            diversidad de esos filtros amplificamos nuestra per-  tir con lectores y colegas estos cuentos que nos han
            cepción de lo que nos rodea y nos habita. Por tanto,   conmovido, poder oficiar de ventana hacia el mundo
            despreciar la oportunidad de esa óptica distinta, sería   de los autores que desde todos los rincones de Lati-
            elegir el empobrecimiento de la propia contempla-  noamérica comienzan a insertarse en el corpus de la
            ción, herramienta básica para cualquier escritor, aun   narrativa actual es suficiente mérito para habilitar un
            para los que llevan tiempo ejerciendo el oficio. Dar lu-  espacio de disfrute que, de un modo creciente en la
            gar a esa renovación, prestar atención a esos cuentos o   medida de nuestras posibilidades, albergará a otras y
            novelas que surgen, como resultado de años de trabajo   variadas miradas sobre el mundo.
            y búsqueda en solitario por parte de sus autores, es en-
            tonces no sólo una tarea saludable sino una necesidad
            que pide ser atendida.
                Como sabemos, la difusión de autores nuevos es
            una compleja faena que se reparten en mayor o me-
            nor medida las editoriales, los suplementos o revistas
            especializadas, los críticos, los coordinadores de taller,
            los docentes, los escritores y, por supuesto, los me-
            dios. No nos ocuparemos en este espacio de analizar
            el desempeño de estos agentes de difusión, de si po-
            dría o debería ponerse más énfasis en el desempeño
            de esta responsabilidad. El lugar de esa discusión, que
            nos excede, será trocado por la publicación, número a
            número de La balandra, de los textos (cuentos o frag-
            mentos de novela éditos o inéditos) de autores jóve-
            nes. “Jóvenes” no por pertenecer a una franja etaria
            determinada, sino en el sentido más amplio y justo –a
            nuestro entender– cuando de trayectoria narrativa se
            trata: autores que transitan la etapa tan difícil como
            necesaria de dar a conocer sus textos a un público no
            supeditado al grado de parentesco o amistad.
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