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E L E S C R I T O R C O M O L E C T O R
–¿Abandonaste algún libro? tiempo perdido, estudiar tal o cual poeta. Leía más bien
–Abandoné La náusea un par de veces, a los dieci- de mañana como un trabajo y por la tarde escribía.
siete o dieciocho años. Me resultaba imposible. Cuan- Hoy en día leo cuando y donde puedo. Y como tengo
do años después lo retomé y pude terminarlo, me di horror a los tiempos muertos puedo leer tranquila-
cuenta de lo que me hubiera perdido de no retomarlo mente haciendo una cola. Cuando leo suelo subrayar,
y me dije que nunca más iba a dejar a medias la lec- hacer corchetes, flechas, y escribir en los márgenes, no
tura de un libro, imposición que vengo cumpliendo puedo salir con un libro sin un lápiz.
bastante bien, salvo cuando los libros están muy mal –¿Qué lugares preferís para leer? ¿Cuál fue el lu-
escritos y terminan siendo insoportables. gar más incómodo en el que leíste?
–¿Cuál fue la primera biblioteca que te des- –No tengo lugares fijos pero en general los prefie-
lumbró? ro cómodos. Si la lectura tiene que ver con el trabajo
–Me gustó mucho la biblioteca de la Sorbona por puedo hacerlo sentada, ahora si la lectura tiene que
su ambiente cálido, está bañada por la luz tenue de las ver con mi tiempo de ocio necesito que el bienestar
lámparas en las mesas y resulta íntima, no imponente. sea total. Los lugares que me resultan más incómodos
Las grandes bibliotecas, como la Biblioteca Nacional para leer son sin duda los medios de transporte públi-
de Francia, me resultan apabullantes y además me ge- co. Por más que uno esté sentado siempre hay alguno
neran angustia. Allí uno se da cuenta de que la vida de que está hablando por teléfono, una criatura que grita,
uno es más corta que la de los libros y que necesitaría- los bocinazos y las frenadas, en fin, el mundo interfi-
mos cientos de vidas para leer todo lo que quisiéramos. riendo en nuestra evasión.
Si tuviera la posibilidad de viajar al pasado, me deten- –¿Disfrutás de leerle a alguien en voz alta?
dría en la biblioteca de algún monasterio perdido en –Me encanta leer en voz alta pero, más que nada,
el campo en la Edad Media, esas bibliotecas austeras escuchar una lectura. Me gusta que la gente se junte
con bancos para los copistas, un oficio que me hubiera para leer, ya sea para un taller literario o para una lec-
venido muy bien. Claro que si tengo que admirar una tura pública. La lectura me parece una práctica añeja y
biblioteca personal ésa es la que mi abuelo le hizo a mi genuina de comunicación, muy diferente a leer veloz-
padre. Está hecha para que ser sostenida entre el piso mente con los ojos, completamente opuesta a mirar
y el techo y, como siempre fue abusada por el peso de una ruidosa pantalla de televisor.
los libros, es inestable y hasta peligrosa.
–¿Sentiste envidia de algún lector? Carta de navegación: En el último tiempo he leí-
–No puedo envidiarle a nadie una actividad que do dos libros que me impactaron: Cómo ser buenos de
me es completamente accesible. Puedo envidiar a Nick Hornby y Noticias del paraíso de David Lodge.
aquel que lee a Dostoievsky en ruso o a otro que lee a De los autores que hace poco han entrado al mercado
Goethe en alemán. De todos modos sé que hay gente puedo nombrar a Máximo Chehin y a Azucena Ga-
que envida a otra porque lee mucho y rápido. Para mí lettini que está escribiendo una novela que me gusta
leer mucho y rápido es una cuestión de ejercicio, nada mucho.
más. Leer es algo más que la habilidad de acumular in-
formación, es una herramienta para pensar y mirar el
mundo. En ese sentido prefiero el lector lento, atento y
analítico al lector glotón y superficial.
–¿Cómo son tus hábitos de lectura?
–Cuando no trabajaba me proponía largas y ago-
tadoras jornadas de lectura. Por ejemplo leer en tantas
semanas Los miserables, en tantos meses En busca del