Page 21 - LA ODISEA DE LEAH
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La Odisea de Leah

         —¿De qué? ¿De zombi? —inquiere Leah con un desaliento letal
         (ya te dije que me gustaba esa palabra).

         —No, mujer; tienes cara de necesitar un rato en la sección prohi-
         bida.


         —¡¿La sección prohibida?! ¿Eso qué es?

         —Pues… es mejor que lo veas tú misma.


         —No, no, a ver, a ver… Si es prohibida es porque no es legal verla,
         ¿no? Muy bueno no puede ser.

         —No todo lo que se prohíbe tiene que ser malo. A veces se prohí-
         ben cosas que hacen bien a la gente.


         —¿Por qué se iba a prohibir algo que hace bien a la gente? ¿Quién
         lo prohíbe? ¡Pero qué pasa en esa sala!


         Habría que ver a Leah ahora mismo. No parece estar triste ya,
         parece que los ojos se le van a salir de las órbitas de lo agranda-
         dos que están. Mira a izquierda y derecha, como temerosa de que
         alguien esté escuchando la conversación.


         —No puedo contártelo. Lo tienes que ver por ti misma. Pero sí
         puedo decirte que muchos han pasado por allí. No debes temer lo
         que te puedes encontrar. Además, solo está prohibida para los que
         no pueden cambiar. Ahí solo entran los que están preparados para
         aprender.


         —¿Muchos quiénes? ¿De la Zarza Tostada?

         —Sí, también de la Zarza Tostada —la cara de la bibliotecaria da
         a entender que hay tanto que Leah desconoce de la Zarza Tostada
         que Leah siente un escalofrío recorrerle las vértebras y cosquillear-
         le amistosamente la nuca.
         —Además tú eliges, eso tenlo claro.

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