Page 26 - LA ODISEA DE LEAH
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La Odisea de Leah

         miramiento con los niños: no comes, tirón de oreja. No bebes, ti-
         rón de oreja. No peleas con tus amigos o tus enemigos, tres tirones
         de oreja). La lleva a rastras hasta el capitán de la nave que es un
         tipo alto, delgado y con barbita de varias semanas, quizá meses,
         que le tapa toda la parte inferior de la cara salvo la boca.


         —Creo que es una nereida, Ulises. La debe de enviar Poseidón
         para fastidiarnos.


         —¡Otra vez! ¡Mecacho!


         Leah está señalando con su dedo amedrentador ora al marinero
         que la arrastra, ora al capitán. Pero guarda el dedo rápido cuando
         escucha:


         —¡Tirémosla por la borda, así podrá cabalgar en un tiburón y
         volver con Poseidón y se aplacará su ira!

         —Mmm… —responde Ulises no muy convencido.


         —¡Me llamo Leah, Leah Thalassinos!

         —¿Eres de los pueblos del mar? (Thalassa en griego significa
         ʿmarʿ.)


         —Pueehhhh… sí, sí —admite Leah, que está como loca porque le
         suelten la oreja.

         —Suéltale la oreja, tú, no vaya a ser que se moleste más su padre.


         «Y dale con mi padre», piensa Leah. Pero no se atreve a decir nada
         de momento. Cuando se ha ido el dolor de oreja mira a su alrede-
         dor y ve una nave antiquísima de madera con tres filas de remos
         y varias naves a izquierda y derecha que la acompañan. Leah está
         alucinada: los tipos que van en el barco visten con túnicas sencillas
         y raídas, como si llevaran mucho tiempo sin cambiarse. Afortu-
         nadamente el olor a sal y a peces es tan fuerte que evita que pueda

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