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Rococó, clasicismo y  romanticismo







                      mente  desde  finales  de  la  Edad Media,  perdiendo  con  ello su  sig­



                      nificación  cultural.  El  comercio  internacional  se  desplazó  del Me­


                      diterráneo  al  océano  Atlántico;  la  Liga  Hanseática  y  las  ciudades


                     alemanas fueron sustituidas por las holandesas e inglesas, y las ciu­



                      dades  del  sur  de  Alemania,  particularmente  Augsburgo,  Nurem-


                      berg, Ratisbona y Ulm, centros de  la cultura alemana de entonces,


                      declinaron al mismo tiempo que las ciudades mercantiles italianas,


                      cuyas  líneas  de  comunicación  en  el  ámbito  del  Mediterráneo  ha­



                      bían  cortado  los  turcos.  La ruina de  las  ciudades alemanas  signifi­


                      caba la decadencia de  la burguesía tudesca;  los príncipes  no tenían


                      ya nada que esperar ni que temer de ella.  El poder de los príncipes



                      había llegado en el oeste de Europa, desde finales del siglo  XVI, a


                      un  fortalecimiento  considerable,  dando  lugar  a  un  nuevo  proceso


                      de aristocratización,  pero  las  monarquías  occidentales se apoyaban


                      siempre en parte en la burguesía en su lucha contra la nobleza feu­



                     dal, y, por lo que se refiere a la  nobleza, abandonó el comercio y  la


                      industria  totalmente  en  manos  de  la  burguesía,  como  ocurrió  en


                      Francia,  o  se  alió  con  ella para  el  aprovechamiento  de  La prosperi­



                      dad económica,  como en Inglaterra.  Por ei contrario,  los príncipes


                     alemanes, que después de la dominación de las sublevaciones de los


                      campesinos eran los dueños indiscutibies del país, no veían peligro


                      en la nobleza, a la que ellos mismos pertenecían y cuya política re­



                     presentaban ante el Emperador, sino en los campesinos y en la bur­


                      guesía,  que amenazaban su predominio.  Los príncipes territoriales


                     alemanes, a diferencia de  los  reyes de Francia y de Inglaterra,  eran



                     grandes  terratenientes que tenían sobre  todo intereses feudales y a


                      los  que  el  bienestar de la burguesía y  de  las  ciudades  no  les  preo­


                     cupaba gran  cosa.  La  guerra de  los  treinta años  había  completado


                      ei  hundimiento del comercio alemán y destruido las ciudades  tan­



                     to en lo económico como en lo político ". La paz de Westfalia con­


                      firmó el particularismo alemán y fortaleció la soberanía de los prín­


                     cipes  territoriales;  sancionó  con  ello  aquellas  condiciones  frente  a



                      las cuales el  oeste de  Europa,  donde el  rey,  hasta cierto punto,  re­


                      presentaba  la  unidad  de  la  nación  y  defendía  sus  intereses  en  de-







                                 ;
                               y< Karl  Biedermann, Deutschland im  18 Jahrb.,  1880,  2.* ed.,  I,  págs.  276 sigs.





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