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Historia social  de  la literatura  y el arte







                 adornados con  un lujo que no está en proporción con el poder y los


                  recursos  de  los  estados,  en  su  mayor  parte  muy  pequeños  y  muy



                 pobres. Gracias a este derroche se desarrolla algo así como una va­


                 riedad  alemana  del  rococó  francés  e  italiano.  Pero  la  literatura  no


                 sacó  mucho provecho de la ambición  de  los príncipes, y  los poetas


                 obtuvieron por este  lado poca  inspiración,  con  excepción  de  algu­



                  nas cortes poéticas, las cuales, sin embargo, no surgen hasta finales


                 de siglo.  «Alemania es un enjambre de príncipes, de los cuales tres


                 cuartas  partes apenas  si  tienen  sano  el  juicio  y  son  la  afrenta  y  el



                 azote  de  la  humanidad»,  escribe  un  contemporáneo.  «Tan  peque­


                 ños  como son  sus  estados,  y,  sin  embargo,  se  imaginan  que  la hu­


                 manidad  se ha  hecho para ellos»  lü\  Con  todo,  había en  Alemania


                 príncipes muy distintos,  más y  menos cultos,  más y menos déspo­



                 tas,  progresistas  y  retrógrados,  amantes  del  arte  o  simplemente


                 de la bambolla; pero probablemente no había ni uno que dudara de


                 que, para un mortal común,  el sentido de la existencia consistía en



                 ser dominado y explorado por su señor.


                            Los recursos de dinero que no eran consumidos por el lujo ab­


                 surdo,  la  construcción  arquitectónica  petulante,  la  corte  dispen­


                 diosa y  las amantes de los príncipes, se dedicaban al ejército y a la



                 burocracia.  El  ejército,  naturalmente,  podía  desempeñar  sólo  ser­


                 vicios  de  policía  y  costaba  relativamente  poco;  más  pesadamente


                 cargaba sobre  la  nación  la  burocracia.  Esta  fragmentación política



                 originaba  de  por  sí  una  multiplicación  del  aparato  estatal,  incre­


                 mentado  aún  más  por  la  burocratización  del  Estado,  la  traslación


                 de las funciones de las corporaciones autónomas a las oficinas esta­


                 tales,  la afición a decreros  y ordenanzas y  la tendencia general  a la



                 reglamentación de la vida pública y privada. Es cierto que en Fran­


                 cia dominaba el  mismo sistema político, económico y social; tam­


                 bién  en  ella  el  ciudadano  estaba  cohibido  en  sus  negocios  y  em­



                 presas por  el  intervencionismo,  y  perjudicado por  el  desgobierno,


                 y  tenía que sufrir,  lo mismo  que en Alemania,  la privación de de­


                 rechos  y  el  desprecio;  pero en  las  condiciones  de  pequeñez  de  los


                 principados  alemanes  todo  esto  resultaba  más  opresivo  y  humi-





                           103  E!  conde Manteuffel  en  una carca al filósofo Wolf.  Cicado por K.  Biedermann,

                op.  c¡t.,  II,  I, pág.  140.





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