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Historia social  de  la literatura y  el  arte








                   bas  exteriores, la idea de la libertad interior y de la soberanía espi­


                   ritual  sobre  la común  realidad  empírica.  Así se llegó en Alemania


                  a la separación completa de la literatura y la política y a la desapa­


                  rición de aquel representante de la opinión pública tan conocido en



                  el  oeste  de  Europa:  el  escritor  que  es  al  mismo  tiempo  político,


                  científico y publicista,  buen filósofo y  buen periodista.


                             La  evolución  social  que  dividía  a la  burguesía alemana desde



                  finales de la Edad Media en distintos estratos claramente definibles


                  llegó en el siglo XVI a una estabilización. La sustituyó, como pro­


                  ceso regresivo,  una nueva integración, que dio como resultado otra


                  vez  una clase burguesa bastante  indiferenciada, tal  como la encon­



                  tramos en el  siglo  XVII.  Los estratos  más amplios  de  la  burguesía


                  habían abandonado sus exigencias culturales, y la alta burguesía es­


                  taba  tan  diluida  que  ya  no  contaba  mucho  como  factor  cultural.



                  Apenas se podía hablar ya de un estilo de vida burgués elevado,  ni


                  de  una  mentalidad  burguesa  creadora de  una  expresión  propia  en


                  el arte y en  la literatura.  Lo que había surgido era más  bien  un  ni­


                  vel  uniforme  de  carencia  de  exigencias,  que  recordaba  las  condi­



                  ciones de la alta Edad Media.  Los acontecimientos  revolucionarios


                  del siglo XVI, principalmente el desplazamiento de los  centros de


                  la economía mundial  y el  fortalecimiento del poder de  los prínci­



                  pes, destruyeron los frutos del gótico tardío y el Renacimiento bur­


                  gueses.  No  quedaba ya nada de  aquella cultura que  tenía sus  fun­


                  damentos en  el  modelo de vida  burgués,  ni  de  los  criterios de una


                  educación propiamente  burguesa,  ni  del  ideal  artístico específica­



                  mente burgués, ni de la atmósfera espiritual de una época en la que


                  todo el desarrollo cultural decisivo y las tendencias progresistas ar­


                  tísticas y filosóficas se movían dentro de las formas de pensamien­



                  to y experiencia de la burguesía, y las personalidades señeras, como


                  Durero y Altdorfer,  Hans Sachs y Jakob Bohme,  eran representan­


                  tes de  la mentalidad  burguesa.


                            La  burguesía, que consiguió riqueza y consideración gracias a



                  la evolución  de  la economía  monetaria,  el  crecimiento de  las  ciu­


                 dades y la decadencia de la nobleza feudal, logró por la lucha y por


                 su influencia monetaria la autonomía de los municipios  más gran­



                 des, asumió su administración y conquistó puestos importantes en






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