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Rococó,  clasicismo  y  romanticismo







                 el  gobierno  del  Estado,  en  el  consejo  de  los  príncipes  y  en  la  ad­



                 ministración  de  justicia.  La  decadencia  posterior  de  las  ciudades


                 alemanas y la consiguiente pérdida de prestigio de la burguesía, así


                 como la progresiva ruina económica de la nobleza, condujeron ya a


                 finales  del  siglo  XVI  al  desplazamiento  del  elemento  burgués  de



                 los puestos del Estado y de la corte y a la incautación de estos pues­


                 tos  por  la  nobleza  104.  La guerra  de  los  treinta  años,  que  empeoró


                 también  la  situación  de  las  clases  feudales,  renovó  y  apresuró  el



                 curso de  la nobleza hacia los empleos oficiales y privó a la burgue­


                 sía de ia alta carrera de funcionario.  En Francia se desarrolló la no­


                 bleza  burocrática  -que  tenía  principalmente  su  origen  en  la  bur­



                 guesía- junto a la nobleza campesina y cortesana; en Alemania, por


                 el  contrario,  la  misma  aristocracia  caballeresca  y  terrateniente  se


                 transformó en  tai  nobleza  burocrática,  y  la  burguesía  fue  arrinco­



                 nada,  de  manera  mucho  más  radical  incluso  que  luego  en  el  siglo


                 XVIII,  en  las  filas  de  la  burocracia  subalterna.  La  victoria  de  los


                 príncipes significó el fin de las «clases» como factor político, es de­


                 cir  la  privación  de  derechos  tanto  de  la  nobleza  como  de  la  clase



                 media;  a  partir de  entonces  había  solamente  un  poder  político:  el


                 de los príncipes.  Pero ocurrió lo que en general suele ocurrir en ta­


                 les  casos:  los  príncipes  indemnizaron  a  la  nobleza  y  dejaron  a  la



                 burguesía con  las manos vacías.  La sociedad alemana está domina­


                 da ahora por dos  grupos:  los  altos  funcionarios  del  Estado  y  de  la


                 corte, que forman una especie de nuevos vasallos con relación a los


                 príncipes,  y  la  burocracia  más  baja,  que  está  constituida  por  los



                 más fieles servidores de los príncipes.  Unos se resarcen de su servi­


                 lismo  para  con  sus  superiores  mediante  una  inmensa  brutalidad


                 hacia los  inferiores, y otros  se compensan con un culto de  la disci­



                 plina que hace del  jefe un  «director íntimo»  de  la propia conduc­


                 ta, y del  cumplimiento del deber burocrático una religión.


                            Sin embargo, a pesar de los impedimentos provenientes de los


                 pequeños  estados,  con  sus  intereses  particularistas  y  sus  finanzas


                 descuidadas,  no se puede detener a la larga el  progreso del comer­



                  cio y de  la industria. La burguesía se enriqueció otra vez y comen­







                                Ibid.,  pág.  23.






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