Page 137 - Hauser
P. 137

Historia social  de  la  literatura y  el  arte







               este público  fuera particularmente encendido  12\   El  incidente  con


               el domador de los perros,  al que,  a pesar de  las  enérgicas  protestas



               de  Goethe,  se  le  permitía  representar  sus  obras  en  el  teatro  de  la


               corte, caracteriza mejor que nada la situación.  ¡Podemos imaginar­


               nos la situación en las otras cortes! La literacura alemana, como tal,



               no encontró en Weimar ninguna consideración especial; allí, como


               en  los  círculos cortesanos  y  entre  la  aristocracia  en  general,  no  se


               leía por lo común otra cosa que los últimos libros franceses  m .  En­


               tre el gran público, en cuanto éste alcanzaba a tener algún conoci­



               miento de la literatura seria, Schiller se convirtió en el centro de la


               atención  durante  el  tiempo  en  que  Goethe  estuvo  en  Italia;  Don


               Carlos,  por  ejemplo,  fue acogido  con  mucho  más  calor  que  Tasso.



               Pero el éxito literario más grande no fue conseguido por Goethe ni


               por Schiller, sino por Gessner y  Kotzebue.  Sólo después de la apa­


               rición  del  romanticismo  y  de  su  entusiasmo,  sobre  todo,  por



               Wilhelm Mezster,  alcanzó Goethe su posición  inigualada en la litera­


               tura alemana  127.  El entusiasmo de los románticos por Goethe es el


               signo  más  expresivo  de  la  profunda  e  indestructible  comunidad


              que,  a  pesar  de  todos  los  antagonismos  personales  e  ideológicos,



               mantiene unidos no sólo clasicismo y romanticismo, sino todos los


              períodos  culturales  alemanes  desde  el  Sturm und Drang.  El  arte  es


              su  más  grande  experiencia común,  y  es,  además,  no  sólo  el  objeto



              del más alto placer espiritual y el único camino todavía practicable


              para  alcanzar  la  perfección  personal,  sino  también  el  instrumento


              por el que la humanidad recobra la inocencia perdida y puede con­


              seguir la posesión simultánea de naturaleza y cultura.  Para Schiller,



              la  educación  estética  es  la  única  redención  del  mal  siniestro  reco­


              nocido  por  Rousseau,  y  Goethe  va  realmente  más  allá  afirmando


              que el arte es el intento del individuo de  «preservarse contra el po­



              der destructor del  conjunto».  La experiencia artística asume ahora


              la función que hasta ese momento sólo había podido llenar la reli­


              gión:  se convierte  en  un  baluarte contra el  caos.


                         Una  frase  como  ésta  es  suficiente  para  darnos  una  idea de  la






                        m  Ibid.y  pág.  74.

                        126 /bid.t  pág.  89.

                        127 Hei ne, Die romántische $chule)  \,  1833.






                                                                                 138
   132   133   134   135   136   137   138   139   140   141   142