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Historia social de la literatura y el arte
este público fuera particularmente encendido 12\ El incidente con
el domador de los perros, al que, a pesar de las enérgicas protestas
de Goethe, se le permitía representar sus obras en el teatro de la
corte, caracteriza mejor que nada la situación. ¡Podemos imaginar
nos la situación en las otras cortes! La literacura alemana, como tal,
no encontró en Weimar ninguna consideración especial; allí, como
en los círculos cortesanos y entre la aristocracia en general, no se
leía por lo común otra cosa que los últimos libros franceses m . En
tre el gran público, en cuanto éste alcanzaba a tener algún conoci
miento de la literatura seria, Schiller se convirtió en el centro de la
atención durante el tiempo en que Goethe estuvo en Italia; Don
Carlos, por ejemplo, fue acogido con mucho más calor que Tasso.
Pero el éxito literario más grande no fue conseguido por Goethe ni
por Schiller, sino por Gessner y Kotzebue. Sólo después de la apa
rición del romanticismo y de su entusiasmo, sobre todo, por
Wilhelm Mezster, alcanzó Goethe su posición inigualada en la litera
tura alemana 127. El entusiasmo de los románticos por Goethe es el
signo más expresivo de la profunda e indestructible comunidad
que, a pesar de todos los antagonismos personales e ideológicos,
mantiene unidos no sólo clasicismo y romanticismo, sino todos los
períodos culturales alemanes desde el Sturm und Drang. El arte es
su más grande experiencia común, y es, además, no sólo el objeto
del más alto placer espiritual y el único camino todavía practicable
para alcanzar la perfección personal, sino también el instrumento
por el que la humanidad recobra la inocencia perdida y puede con
seguir la posesión simultánea de naturaleza y cultura. Para Schiller,
la educación estética es la única redención del mal siniestro reco
nocido por Rousseau, y Goethe va realmente más allá afirmando
que el arte es el intento del individuo de «preservarse contra el po
der destructor del conjunto». La experiencia artística asume ahora
la función que hasta ese momento sólo había podido llenar la reli
gión: se convierte en un baluarte contra el caos.
Una frase como ésta es suficiente para darnos una idea de la
m Ibid.y pág. 74.
126 /bid.t pág. 89.
127 Hei ne, Die romántische $chule) \, 1833.
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