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Rococó, clasicismo y romanticismo
natural y el desarrollo orgánico, y sostenían no sólo la negación del
Estado burocrático con su generalización mecánica y su reglamen
tación, sino también el espíritu reformador de la Ilustración plani
ficadora y regulanzadora. Y aunque la idea de la vida espontánea y
antirracionalisca tenía todavía un carácter indefinido e incluso hos
til a la Ilustración, si bien todavía no mostraba un sentido expre
samente conservador, contenía ya el germen de toda la filosofía
conservadora. No se necesitaba ya mucho para adscribir a este prin
cipio de la «vida» una suprarracionalidad mística, frente a la que
el racionalismo de la ideología de la Ilustración parecía artificioso,
inflexible y doctrinario, y representar la génesis de las institucio
nes sociales y políticas a partir de la vida histórica como un creci
miento «natural», esto es, espontáneo y suprarracional, para prote
ger estas instituciones de todo ataque arbitrario y asegurar la
existencia del sistema establecido.
A primera vista sorprende que el conservadurismo, que esta
mos acostumbrados a asociar con la idea de la continuidad y de la
inercia, acentúa ahora el valor de la vida y la evolución, mientras
que el liberalismo, habitualmente ligado a la idea del movimiento
y la dinámica, basa sus reclamaciones en la razón. Esta aparente pa
radoja se quiso explicar diciendo que la ideología revolucionaria de
la burguesía estaba en una relación «unívoca» con el racionalismo,
y la contracorriente aceptó el punto de vista ideológicamente
opuesto, aunque sólo fuera por «mera oposición» n0. Pero la difi
cultad del problema está precisamente en que la relación de los dis
tintos grupos sociales y direcciones políticas con el racionalismo
del siglo XVIII no es precisamente inequívoca, y en que incluso el
conservadurismo de la época tenía un carácter más o menos racio
nalista. La situación peculiar del Sturm und Drang entre la Ilustra
ción y el romanticismo está justamente determinada por el hecho
de que no se pueden identificar simplemente racionalismo y anti-
rracionalismo con progreso y reacción, y de que el moderno racio
nalismo no es un fenómeno inequívoco y específico, sino una ca
racterística general de la historia moderna. Este racionalismo hace
119 K. Marmheim, loe. cit.. pág. 470.
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