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Rococó,  clasicismo  y  romanticismo








                propia patria.  Los  eruditos  ingleses dedicados al  siglo XVIII  no  le


               conceden  especial  significación,  y  encuentran  incomprensible


               cómo este autor de  «segunda fila»  pudo alcanzar en Alemania tan­


                to  renombre  ‘A  Pero  cuando  se  conocen  mejor  las  circunstancias



               ile  Alemania,  no  resulta  tan  extraño  que  un  irracionalista  como


               Shaftesbury,  con  su  espiritualismo  opuesto  a  Locke,  con  su  entu­


               siasmo platónico y su idea plotiniana de  la belleza como la esencia



                más  íntima de la divinidad,  produjera sobre  los  alemanes  influen­


               cia  tan  profunda.  Shaftesbury  era  un  típico  aristócrata  whig,  cuya


               singularidad  intelectual  encontraba su expresión  más  adecuada en



                la XO'AoxayaBia de  su  ideal  pedagógico  y  de  su  doctrina  moral


               rstetizante.  Su self-breeding no  era otra cosa que la traducción  de la


                idea de  la selección aristocrática del campo de lo físico al  de  lo in­



               telectual  y  moral.  El  origen  sociológico  de su  ideal de  la persona­


                lidad  se  reflejaba de  modo  tan  inconfundible  en  la  idea  de  que  el


               conflicto entre  los  instintos  egoístas y altruistas,  que deprava mo­


                ralmente  a  las  clases  más  bajas  de  la  humanidad,  encuentra  un



               equilibrio armónico en  las clases más altas y  «educadas», como en


                la identificación de lo verdadero y lo bueno con lo bello.  La idea de


               que  la vida es  una obra de arte en la que se trabaja guiado por  un



                instinto  infalible  (moral sense)  lo mismo que el artista crea su obra


               guiado por el genio, era una concepción aristocrática que podía ser


               aceptada  por  la  intelectualidad  alemana  de  modo  tan  entusiasta


               simplemente porque  fue  mal  entendida,  pudiendo  su  aristocratis-



                mo ser interpretado como conciencia de nobleza  intelectual.


                         El  mundo  le  parecía  a  la  Ilustración  algo  plenamente  com­


                prensible, explicable y fácil de entender; el Sturm und Drang,  por el



               contrario,  lo  consideraba  como  algo  fundamentalmente  incom­


                prensible,  misterioso y,  desde el punto de  vista de la razón  huma­


                na,  desprovisto  de  significado.  Semejantes  concepciones  no  son


                mera  imaginación desarrollada según reglas  lógicas.  Una es conse­



               cuencia del convencimiento de poder conquistar y dominar la rea-


                lídad,  y  la  otra  es  la  expresión  del  sentimiento  de  estar perdido  y


               ,i bando nado en esa realidad. No todas las clases sociales ni todas las




                         m  Chciscian  Friedr.  Weiser, Shaftesbury u.  das deutsche Geistesleben,  1916, págs.  IX,

               XII.






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