Page 125 - Hauser
P. 125

Historia social de  la literatura y el  arte








                 como  en  Alemania,  el  período  de  nacimiento  del  pensamiento


                 científico  moderno  y de  los  criterios  de educación  válidos  hoy  to­


                 davía en general.  Surgieron al mismo tiempo que la moderna bur­


                 guesía,  y  a  ella  deben  su  tenacidad.  Así,  por  ejemplo,  Thomas



                 Mann,  en  La  montaña  mágica,  juzga  aún  la  Ilustración  según  los


                 mismos puntos de vista utilizados por el movimiento del Sturm und


                 Drang.  Habla todavía del  «superficial optimismo»  del siglo peda­



                 gógico,  y  en  la  figura  de  Settembrini  caracteriza  al  racionalismo


                 europeo occidental como un charlatán frívolo y un filántropo vani­


                 doso.



                           El  irrealismo que se expresa en  el  pensamiento abstracto y en


                 el  lenguaje esotérico de  los poetas y  filósofos alemanes  se manifies­


                 ta también en su individualismo exagerado y en su manía por la ori­



                 ginalidad. Su deseo de ser absolutamente diferentes de los demás, lo


                 mismo  que  su  jerga,  no  son  más  que  un  síntoma  de  su  naturaleza


                 social.  Las  palabras  de Madame  de Staél:  «crop d ’idées  neuves, pas


                 assez d ’idées communes»,  nos dan en la fórmula más breve el diag­



                 nóstico del espíritu alemán. Lo que les faltaba a los alemanes no era


                 el  pastel de  los domingos,  sino el pan  nuestro de cada día.  Les fal­


                 taba  aquella  sana,  vigilante  y  competente  opinión  pública  que  en



                 los países de Europa  occidental puso de  antemano  límites  a las  as­


                 piraciones  individuales y creó una orientación  común.  Madame de


                 Staél reconocía ya que la libertad individual, o, como Goethe la lla­


                 maba,  el  «sansculottismo  literario»  de  los  poetas  alemanes,  no  era



                 otra cosa que  una compensación por su exclusión de la vida políti­


                 ca activa.  Su lenguaje cifrado y su  «profundidad»,  su culto a lo di­


                 fícil y  lo complicado  tenían también el mismo origen. Todo expre­



                 saba  la  aspiración  a  resarcirse  de  la  falta  de  influencia  política  y


                 social, que se había negado a la intelectualidad alemana, con su ais­


                 lamiento intelectual y  su posición especial, y a hacer de  las más al­


                 tas  formas  de la vida  intelectual  una especie de vedado  restringido



                 a una élite, como se había hecho con los privilegios políticos.


                           La intelectualidad alemana fue incapaz de comprender que el


                 racionalismo  y  el  empirismo  eran  aliados  naturales  de  una  clase



                 media progresista y la mejor preparación para un orden social en el


                que  la  opresión desaparecería más pronto o  más  tarde.  No podían






                                                                                   126
   120   121   122   123   124   125   126   127   128   129   130