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Historia social de la literatura y el arte
como en Alemania, el período de nacimiento del pensamiento
científico moderno y de los criterios de educación válidos hoy to
davía en general. Surgieron al mismo tiempo que la moderna bur
guesía, y a ella deben su tenacidad. Así, por ejemplo, Thomas
Mann, en La montaña mágica, juzga aún la Ilustración según los
mismos puntos de vista utilizados por el movimiento del Sturm und
Drang. Habla todavía del «superficial optimismo» del siglo peda
gógico, y en la figura de Settembrini caracteriza al racionalismo
europeo occidental como un charlatán frívolo y un filántropo vani
doso.
El irrealismo que se expresa en el pensamiento abstracto y en
el lenguaje esotérico de los poetas y filósofos alemanes se manifies
ta también en su individualismo exagerado y en su manía por la ori
ginalidad. Su deseo de ser absolutamente diferentes de los demás, lo
mismo que su jerga, no son más que un síntoma de su naturaleza
social. Las palabras de Madame de Staél: «crop d ’idées neuves, pas
assez d ’idées communes», nos dan en la fórmula más breve el diag
nóstico del espíritu alemán. Lo que les faltaba a los alemanes no era
el pastel de los domingos, sino el pan nuestro de cada día. Les fal
taba aquella sana, vigilante y competente opinión pública que en
los países de Europa occidental puso de antemano límites a las as
piraciones individuales y creó una orientación común. Madame de
Staél reconocía ya que la libertad individual, o, como Goethe la lla
maba, el «sansculottismo literario» de los poetas alemanes, no era
otra cosa que una compensación por su exclusión de la vida políti
ca activa. Su lenguaje cifrado y su «profundidad», su culto a lo di
fícil y lo complicado tenían también el mismo origen. Todo expre
saba la aspiración a resarcirse de la falta de influencia política y
social, que se había negado a la intelectualidad alemana, con su ais
lamiento intelectual y su posición especial, y a hacer de las más al
tas formas de la vida intelectual una especie de vedado restringido
a una élite, como se había hecho con los privilegios políticos.
La intelectualidad alemana fue incapaz de comprender que el
racionalismo y el empirismo eran aliados naturales de una clase
media progresista y la mejor preparación para un orden social en el
que la opresión desaparecería más pronto o más tarde. No podían
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